Deportistas y atletas que dejaron de serlo

18 de Enero de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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djokovic

La deportación de Novak Djokovic es el símbolo de la presión a la que se está sometiendo a la sociedad, y especialmente a los deportistas de élite, para exponerse a los riesgos de una terapia experimental, cuyos efectos a corto plazo se conocen poco, mientras los que pudieran producirse a medio y largo plazo apenas empiezan a vislumbrarse. En este artículo comprobaremos que, a este reconocido tenista, motivos para no vacunarse no le faltan, porque como advierte la conocida frase proverbial, el supuesto remedio puede ser bastante peor que la enfermedad en personas jóvenes, sanas y deportistas… como él.

La prestigiosa revista científica “Circulation” publicó en junio de 2021 un artículo de Kathryn F. Larson y colaboradores del Departamento de Medicina Cardiovascular, Mayo Clinic, en Rochester, Minnesota, que describe 8 casos de pacientes con miocarditis tras la vacunación contra la COVID-19 con vacunas de RNA mensajero, y aconseja la vigilancia de este problema, indicando la necesidad de más investigación para entender los riesgos cardiovasculares a largo plazo (1).

En noviembre de 2021, otro artículo en la misma revista, publicado por Steven R Gundry, del International Heart and Lung Institute, en Palm Springs, California, concluye que las vacunas de ARN mensajero aumentan drásticamente la inflamación en el endotelio y la infiltración de células T del músculo cardíaco, que pueden explicar las observaciones de aumento de trombosis, cardiomiopatía y otros eventos vasculares después de la vacunación (2).

En diciembre de 2021 Dongngan T. Truong y colaboradores, de la División de cardiología pediátrica en la Universidad de Utah informan sobre adolescentes y adultos jóvenes con 140 episodios de sospecha de miocarditis (49 confirmados, 91 probables), indicando que la mayoría de los pacientes fueron hombres (3).

La revista científica de la Asociación de Medicina Americana (JAMA Cardiology) publicó en junio de 2021 un artículo de Jay Montgomery y colaboradores del Walter Reed National Military Medical Center, en Bethesda, Maryland, que describe 23 casos de miocarditis en pacientes masculinos de entre 20 y 51 años, todos ellos militares, sanos y con una buena condición física. Los autores explican que, si bien el número observado de casos fue bajo, resultó más alto que lo esperado después de la segunda dosis de la vacuna (4).

Guy Witberg y colaboradores, de la Facultad de Medicina de Tel Aviv publicaron en diciembre de 2021 en The New England Journal of Medicine que, en los 42 días posteriores a la primera dosis, la incidencia de miocarditis fue de 10,69 casos por cada 100.000 personas, en pacientes masculinos vacunados de entre 16 y 29 años (5).

Martine Patone y colaboradores de la Universidad de Oxford, publicaron el mismo mes en Nature Medicine, que el aumento del riesgo de miocarditis, un mes después de vacunarse, fue bajo, y se produjo solamente en menores de 40 años (6).

El problema surge cuando descendemos a la realidad, que es bastante tozuda, y a personas concretas a las que les ha tocado la china. Es el caso de futbolistas que mueren de repente mientras entrenan, y otros que tienen que dejar su carrera, al mismo tiempo que van en aumento las noticias sobre cardiólogos deportivos mostrando su preocupación por lo que está sucediendo (7). Y especialmente cuando observamos una tendencia creciente de casos, como muestran algunas webs que recopilan este tipo de información (8).

Según la información oficial, tanto las vacunas de ARNm como las de adenovirus vectores, que se inyectan contra la COVID-19, dan instrucciones específicas a nuestras células para que produzcan una porción inocua de lo que se conoce como "proteína Spike" que se encuentra en la superficie del SARS-CoV-2. Pues bien, un estudio publicado en marzo de 2021 en Circulation Research por John Y-J. Shyy, y colaboradores, de la División de cardiología, Departamento de Medicina de la Universidad de California, demostró que la proteína Spike no es tan inocua, sino que se trata de una toxina que puede ocasionar daños en el organismo incluso sin la presencia del virus completo (9).

Muchos objetarán que el riesgo de cardiopatías también puede producirse al contraer la Covid, y eso es verdad, porque la proteína Spike del virus actúa de la misma manera en el organismo, pero la cuestión trascendental es que, en deportistas (y en personas que por ser desconocidas no salen en los medios), los casos han empezado a aumentar de forma alarmante en 2021 (ver el gráfico de la web goodsciencing citada antes: ¿efectos a medio-largo plazo?), y no en plena pandemia de 2020. Eso inclina la balanza hacia la posibilidad de que estos problemas cardíacos pueden ser debidos en mayor grado a la vacuna que al propio virus.

Otra cuestión que suele alegarse es que se trata de un pequeño porcentaje de afectados. Sin embargo, al que le toca… Se trataría, por tanto, de una especie de ruleta rusa. Además, como comentaba al principio del artículo, la mayoría de los estudios mencionados hacen referencia a un plazo de 30-45 días tras la vacunación, y desconocemos casi todo sobre los efectos a medio y largo plazo, que desgraciadamente pueden ir apareciendo durante los próximos meses o años, puesto que los avances científicos sobre posibles efectos negativos requieren su tiempo y van llegando con retraso.

Por último, en la circunstancia concreta del tenista con el que comenzamos el artículo, es necesario preguntarse: ¿Qué sentido tiene deportar a una persona alegando que es un peligro público cuando, como reconocen ya abiertamente los organismos oficiales, los vacunados contagian igual que los no vacunados? Y eso sin entrar en aspectos tan básicos en sociedades democráticas, como la libertad de poder decidir sobre la administración de un medicamento y el derecho a la intimidad.

La deportación de Djokovic, en el mejor de los casos, es el síntoma agudo de una sociedad enferma de coronafobia (10).

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