Fulerismo asambleario

25 de Noviembre de 2024
Actualizado a las 16:48h
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Fulerismo asambleario

Es tal el dominio que ejerce sobre la prensa, especialmente la deportiva de carácter nacional, que se ha llegado a creer sus propias mentiras. La Asamblea de ayer dejó patente que Florentino Pérez vive en un mundo a parte, en aquel donde su megalomanía y su esquizofrenia paranoide compiten en una lucha contra cualquier tipo de verdad. Seguramente los chascarrillos sobre el balón de playa obtenido por el Mahatma madridista desviarán la atención sobre lo importante de todo: se ha endeudado más de lo prometido, quiere controlar el negocio del fútbol y el club pasará a ser sociedad anónima deportiva.

Está haciendo un Gil y Gil  —quedarse con el club sin poner un euro— con luz y taquígrafos, el cual es aplaudido como focas en busca de su ración de pescado por prensa y aficionados. Eso sí, hará un referéndum que habrá que ver cómo se lleva a cabo. Porque si algo se ha aprendido en estas décadas es que el señor de Pío XII no deja nada a la improvisación. Si lo analizan bien, sobre la materia del cambio de propiedad los medios poco o nada han comentado de su intervención asamblearia. No interesa airearlo demasiado y sí es necesario, pues así lo requiere su florentineza, desviar la atención con diversos modelos o posibilidades a fin de engañar a los socios. Esto debería preocupar más a los madridistas que lo bonito que ha quedado el estadio y demás zarandajas con las que ha tenido a los compromisarios entretenidos.

Esas zarandajas, empero, dejan bien claro ante quienes están los demás propietarios de equipos. Normal es que piense que lo suyo es lo mejor, cualquier ser humano tiene esa tentación. Cosa bien distinta es el fulerismo con el que se desempeña el señor Pérez. Porque, al final, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. No mucho tiempo ha afirmó que las obras del estadio se pagarían solas con los acuerdos por la utilización del estadio para fines no futbolísticos. Ayer mismo afirmaba que, en realidad, esos ingresos son poco más de un 1% del total de ingresos. Además ¿no habían dicho medios deportivos que de los conciertos el club blanco se llevaba una morterada?  Ayer su florentineza dijo que no, que la mayoría se lo lleva el cantante y ellos solo cobran un canon. 

Luego viene la megalomanía del señor Pérez: «La transformación del Bernabéu provoca la admiración de todo el mundo. Ya es un símbolo mundial, un monumento, un templo. [Un transformación que engrandece] a la ciudad de Madrid y a la Marca España». Las personas van a dejar de visitar el museo del Prado por ir al estadio, cuya estructura exterior deja ver las costuras. Además tiene el sistema que revoluciona el deporte mundial: «la automatización para el movimiento del terreno de juego y el invernadero es un hito que genera admiración en todo el planeta, funcionando con unos resultados espectaculares». A nadie le importa lo que haga con el césped, esa es la realidad, entre otras cosas porque sistemas similares se llevan utilizando desde hace décadas en otros lares y sin tener un terreno de juego que se levanta y no tiene la calidad necesaria, como han denunciando diversos futbolistas y equipos.

Y producto de esa esa megalomanía fulerística viene el resto del discurso infumable: si las cosas no funcionan como YO digo, todo está mal. La Liga, una mierda en la que no ganan lo suficiente, aunque el resto de equipos sí ganan más que antes del duopolio que tenían montado —de ahí que afirme, sin rubor, que tiene que ir de la mano del FC Barcelona—. La nueva Champions, una mierda, no como la su Superliga que tendía menos partidos pero con mejores equipos. «¡Que se jodan los Young Boys y demás equipillos a los que hay que aguantar» ha debido pensar para sus adentros (incluyendo los insultos porque su florentineza es muy mal hablado, por si no lo sabían). Y luego habla de meritocracia quien, de no ser por el formato Champions, no habría ganado muchas de las copas de las que presume y es su único afán.

Si no se pliega todo el mundo a sus intereses es malo, así sea un periodista de Namibia, un periodista libre o el resto de equipos de La Liga —comandados por ese ser “vil” que es Javier Tebas, quien le ha puesto las peras al cuarto al denunciar que es «evidente su clara influencia en determinados círculos políticos, algo que relata sin ruborizarse»—, la FIFA y la UEFA. Su anhelo de control totalitario, por eso se lleva tan bien con Pedro Sánchez, le hace menospreciar al porquero de Agamenón. Si no es como el desea es erróneo y no duda en presionar a los políticos que intentan que la ley se cumpla para todos. Y no, su florentineza está por encima de la ley y su equipo también. Sean el VAR o las licencias de uso. Todo debe quedar bajo su control como bien ha demostrado en la asamblea faústica del club blanco. Cuando los madridistas despierten el dinosaurio seguirá ahí, su club no.

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