Gheorghe Gruia nació en Bucarest, la capital de Rumanía, el 2 de octubre de 1940 y pasó los primeros años de su vida bajo la dictadura fascista de Ion Antonescu que gobernaba su país.
Desde junio de 1941, el régimen de Antonescu participó en la Segunda Guerra Mundial junto a la Alemania nazi y la Italia fascista. Pero, en 1944, la ofensiva de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) lo derrocó, hecho histórico que condujo al establecimiento de la República Socialista de Rumanía.
Tras el final de la guerra mundial, el joven Gheorghe Gruia creció rápidamente hasta alcanzar su 1.92 de altura y una corpulencia muy notable y poco a poco empezó a destacar en varios deportes como el voleibol, el atletismo y el balonmano.
En 1957, coincidiendo con su ingreso en la Escuela Militar de Oficiales, Gheorghe Gruia debutó en la Liga Nacional de voleibol rumana, destacando por su condición física. En 1959, también participó en los campeonatos nacionales rumanos de atletismo de su categoría ganando dos medallas en jabalina y triple salto, lo cual demostró una vez más su talento deportivo. Y, en 1961, por fin, se decantó por el balonmano, decisión que le conduciría a la cima de ese deporte.
Con el club Steaua de Bucarest, Gheorghe Gruia ganó su primera Liga Nacional de balonmano en 1963, título que volvería a conseguir en los años 1967, 1968, 1969, 1970, 1971, 1972 y 1973. En 1968, el jugador coronó su trayectoria con el Steaua al proclamarse Campeón de Europa de clubs, tras derrotar en la final del campeonato al HC Dukla Praga de Checoslovaquia por 13-11.
Con la selección rumana de balonmano, Gheorghe Gruia igualmente tocó el cielo. En 1964, en Checoslovaquia, Gruia ganó su primer campeonato del mundo de balonmano al vencer Rumanía en la final a Suecia por 25-22. En 1970, en Francia, el jugador ganó su segundo mundial de balonmano al vencer Rumanía en la final a la RDA (República Democrática Alemana), por un ajustado 13-12.
La actuación de Gheorghe Gruia fue determinante en los dos triunfos mundialistas de Rumanía, tanto que lo consagró definitivamente como un jugador extraordinario. Jugando de lateral derecho y utilizando su exquisita zurda, el mundo se asombró con su talento y su zurda pasó a ser conocida como "la zurda de oro".
Dos años después de su última gran gesta, Gheorghe Gruia participó en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, quedando la selección rumana que él lideraba en tercera posición tras Yugoslavia y Checoslovaquia. La medalla de bronce supo a poco, aunque para él a título personal no fue tan amarga al conseguir ser el máximo goleador del torneo olímpico con 37 goles. A todos esos logros, el jugador añadió una medalla de bronce en el mundial de balonmano de 1967.
Siguiendo la trayectoria de Gheorghe Gruia, hay un dato estadístico que no se puede pasar por alto. Y es el que muestra el dominio apabullante de los antiguos países comunistas de la Europa del Este en las principales competiciones internacionales de balonmano de aquellos años. La RDA, Rumanía, Yugoslavia, o Checoslovaquia desfilan por todos y cada uno de los pódiums de las competiciones de la época.
De 1973 a 1978, retirado de la competición, Gheorghe Gruia fue Catedrático de balonmano en la Academia Militar de Rumanía, algo lógico por su condición de militar. Y, en 1978, tras dejar ese trabajo y emigrar a México, pasó a convertirse en el nuevo seleccionador nacional mexicano. En su nuevo destino, también ejerció de Catedrático de balonmano en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y de director de deportes de la cadena Televisa, entre otras actividades profesionales.
En 1992, a ocho años del cambio de siglo, la Federación Internacional de Balonmano reconoció a Gheorghe Gruia como el mejor jugador de balonmano de todos los tiempos, lo cual corroboró que fue el mejor jugador de balonmano del siglo XX.
En 1999, Gruia viajó durante unos días a Rumanía después de dos décadas de ausencia y se sintió algo decepcionado con lo que encontró. El paso del comunismo al supuesto paraíso capitalista no era lo esperado. El régimen rumano de Nicolae Ceaușescu tenía errores propios del estalinismo, pero la democracia representativa del Capital tampoco parecía el camino. Tras regresar a México, Gruia se separó de su mujer con la que había vivido durante décadas y tenido a su única hija.
En 2009, el gobierno rumano le concedió a Gheorghe Gruia un reconocimiento importante, la Orden Del Mérito Deportivo, y apareció publicada su biografía Gruia, Mister Handbal, de Horia Alexandrescu.
Unos años después, el 9 de diciembre de 2015, Gheorghe Gruia falleció de un paro cardiaco en la Ciudad de México a los 75 años de edad. La noticia causó conmoción entre los aficionados al balonmano y al deporte en general. Una parte importante de la historia del balonmano del siglo XX decía adiós.
Pasada una década del fallecimiento de Gheorghe Gruia, su recuerdo sigue estando presente entre las instituciones del deporte. Por unanimidad, le siguen reconociendo como el mejor jugador de balonmano del pasado siglo XX. No es poco para aquel joven rumano de talento innato que se decantó por el balonmano, tras unos prometedores primeros pasos en el voleibol y el atletismo. No es precisamente poco... Y es que el tiempo ha dejado claro que sus logros y sus gestas son únicas, casi irrepetibles.