En un principio parece muy molón, ser es el hijo de una figura archiconocida y absolutamente millonaria, nieto de pilotos, vivir desde el día cero sin preocuparse jamás del dinero... y predestinado.
Predestinado, por supuesto; porque ya hay memes por las redes en las que se ve a un feto en el útero como si tuviera un volante entre las manos y estuviese cambiando de marchas y conduciendo.
A mí no me gustaría ser hijo de Verstappen, como no me gustaría es el hijo del rey de ningún sitio. A mí no me gusta que me digan a donde tengo que ir. A mí me gusta hacer lo que me salga del píloro. A mí ni siquiera me gusta tener la responsabilidad de tantísimo dinero, porque la relación contigo mismo, que es la más importante de la vida, no se compra con dinero.
A mí no me gustaría que estuviesen haciendo bromas y suposiciones todos los periodistas del mundo antes de haber nacido, sin saber si voy a ser hombre o mujer, solitario o bullanguero.
Si yo fuese Max Verstappen, por supuesto, sí me gustaría tener un hijo. Porque tener un hijo es el no va más, a pesar de que se pagan muchos precios. Y por supuesto ese hijo o esa hija normalmente querrá a su padre..., ojalá. Y ojalá también tengan una relación magnífica. Pero aun así, y en un principio, mi querido Max, y no sólo porque eres más joven que yo, a mí no me gustaría ser tu hijo.
Tigre Tigre