En medicina se habla de efecto placebo,l cuando alguien se cura de algún dolor o molestia antes de meterse la pastilla supuestamente milagrosa en la boca.
La pastilla milagrosa en la Fórmula 1 se llama Adrian Newey, y ya se está notando en Fernando Alonso, en su optimismo y confianza en el futuro.
En Bakú y entre los muros, lo ha demostrado.
Exactamente lo contrario que le está sucediendo a Max Verstappen, que ya tiene muy claro que nadie va a prepararle en el futuro la pócima mágica que le permita ganar el Mundial 2024, que ni siquiera con la ayuda de El brujo, el Mago Newey, tiene garantizado el poder levantar de nuevo la cabeza.
Azerbaiyán. El propio Newey había declarado a la prensa que había estado trabajando para que el RB-20 volviese por sus fueros y fuese capaz de competir de igual a igual con los equipos que actualmente están dominando el panorama en la categoría reina: McLaren, pero también Mercedes y Ferrari.
Sergio Pérez sí que ha sentido el chute de magia, también se le puede llamar adrenalina, tras los nuevos ajustes en el RB 20, pero de Verstappen no creemos que se pueda decir lo mismo. Empieza a estar más perdido que un pulpo en un garaje. Nos atrevemos a decir que ha perdido la fe. Pero incluso sin fe puede acabar ganando el mundial 2024. Incluso sin la ayuda del Diablo, de la magia de Newey, es un piloto superdotado, y aún lleva muchos puntos de ventaja, y Norris... En verdad no le vemos capaz de clavarle los colmillos en la yugular al piloto holandés.
Felicitamos a Liberty Media por cómo está moviendo el agua de la Fórmula 1 y cómo ha conseguido devolver el interés al -en un principio demasiado predecible- campeonato de este año.
Prudente aplauso.
Tigre Tigre