Cuando alguien tiene mala suerte dice un refrán español que "parece que le ha mirado un tuerto". Y tuerto es el hombre que mira sin compasión ni inteligencia al gran Checo Pérez, como si quisiera hundirle en el abismo.
Saldrá dieciséis el gran piloto mexicano y encima tendrá que aguantar más palabras destempladas del hombre del ojo de cristal, el Doktor Marko.
Lo tiene oscuro, Checo Pérez, pero no solo él, el Toro Furioso De Las Bebidas Energéticas empieza a ver derrumbarse su futuro. Se nota demasiado la deserción del verdadero gran genio del equipo: Adrian Newey. Verstappen no ha podido ni siquiera luchar por la pole. Tercero.
Y delante de él los dos McLaren. Y sazonando el guiso la lluvia intermitente y burlona:
... ahora caigo y ahora no...
soy un sirimiri...
soy un calabobos.
La ventaja de Verstappen en el Mundial es excesiva, 84 puntos, pero no es imposible. Cuatro carreras con Max fuera de la circulación y con Lando Norris ganando darían la vuelta al besugo.
A Verstappen le bastaría con quedar segundo en todas las carreras que faltan hasta el final del Mundial para proclamarse de nuevo campeón del mundo. Pero en Hungría el segundo McLaren se le ha puesto también delante.
Está interesante este mundial, y lo agradecemos muchísimo, porque casi todos andábamos convencidos de que iba a ser otro paseo triunfal del holandés de oro.
NOS GUSTA la lluvia. NOS GUSTA que no se sepa quién va a ganar las carreras antes de que empiecen.
NO NOS GUSTA nada la palabrería desagradable y desalentadora de Helmut Marko con uno de sus pilotos; alguien debería lavarle la boca con jabón a ese tipo.
Tigre Tigre