Está todo el mundo impresionado. Estamos todos impresionados. Nos incluimos. Me incluyo.
Tanto decir que si la superioridad del coche, que sin la magia de Adrián Newey habría que ver a Verstappen…
Pues bien, ya lo estamos viendo sin la magia de Adrian Newey y sin que el Red Bull sea, en teoría y apoyándonos en los resultados de Sergio Pérez, el mejor coche de la parrilla.
Y aún así, a fuer de talento y valor Max sigue ganando las carreras, sigue consiguiendo las pole position.
En Austria había cuatro posibilidades para batirle. Las dos quali y las dos carreras.
Cuando escribimos esto Max ya ha salido victorioso de la primera prueba: ha conseguido la pole position en la carrera Sprint en Spielberg.
Por una parte a todos los aficionados les gustaría que fuese derrotado por el que parece su más inmediato rival: Lando Norris; así el Mundial mantendría la emoción hasta el último momento, pero también hay que reconocer que verle hacer lo que está haciendo es emocionante: ser el salvador de un equipo tan mítico como Red Bull, es un espectáculo increíble.
Hay solo milésimas de segundo de diferencia en las clasificaciones. Dos o tres segundos al final de las carreras. De momento el Mundial de Fórmula 1, que había perdido aparentemente todo el interés por el aplastante dominio de Red Bull, vuelve a ser digno de atención.
No debe ser fácil ni para su compañero de equipo ni para sus rivales. Max Verstappen. Todos los lobos van a por ti, pero tú estás demostrando que eres un tigre y -de momento- no hay lobo que te pueda reducir.
Tigre Tigre