No es tan evidente que el ganador de la carrera del domingo será Max Verstappen; aunque normalmente sí. En la cuali para la Sprint bajo la lluvia quedó cuarto. Luego ganó la Sprint. Y más luego quedó primero para el domingo.
Es el gran favorito. Pero sopla un viento extraño: físico y espiritual; un ambiente insólito impregna el ambiente en el Gran Premio de China 2024. En la primera edición del GP las autoridades tuvieron que echar mano del ejército para llenar las gradas porque a nadie le interesaba por aquellos pagos la F1. Pero internet y las redes sociales han cambiado el mundo. Los chinos saben quién es Verstappen, Hamilton o Sainz o Pérez o Alonso. Lo saben de una manera oblicua, como sus ojos. Porque en China el mundo es diferente. Y quizá esa diferencia no afecta tanto a las máquinas como a las almas. Las almas de los pilotos. De eso va siempre esta sección: de la relación de las almas y la F1.
Carlos Sainz: cuando tuvo la rabia como principal y casi único consejero acabó ganando un gran premio, recuperándose de una operación de apendicitis con la velocidad del rayo y batiendo constantemente a su compañero, Leclerc, y también a Lewis Hamilton, el hombre que le ha robado el puesto en Ferrari. Pero ya no le inspira la rabia. Ahora es otra cosa. Tiene que seguir demostrando. Y eso es más incómodo. Menos motivador. En China se precipitó, pensó mal, durante la carrera Sprint y arruinó tanto su propia clasificación final como la de Fernando Alonso, que es alguien a quien admira y quiere; y mucho debe (debió dolerle que por su causa tuviera que abandonar su ídolo). A continuación se salió de pista en la clasificación para la Gran Carrera. Por supuesto que no depende de Carlos Sainz elegir la rabia. Porque ya se le ha pasado. Veremos qué pasa de aquí al final de temporada si no la recupera.
Y luego Alonso. Alonso vs Hamilton. Volviéndose a enfrentar. Midiéndose el uno contra el otro. Hamilton subió al podio -el podio plano- de la Sprint, pero no fue capaz de entrar en la Q3 en la Gran Cuali. En cambio Alonso… clasificó fantástico bajo la lluvia, y aún más fantástico en condiciones de seco.
Está todo extraño. Extraño e interesante. Checo tiene tantas ganas de poner en su sitio a Verstappen…; se contiene porque aún no está claro si va a seguir o no con el equipo de los cuernos.
En cualquier caso merecerá la pena madrugar mañana para ver la carrera. Normalmente será Verstappen, enorme e impecable, quien bostece al terminar de dar la última vuelta.
Pero el GP de China se celebra precisamente en China: ese país que es un mundo, en el que las cosas pasan de modo diferente, y de repente brota del suelo un fuego que nadie espera ni en verdad comprende.
Tigre Tigre.