Me llamo Fernando Alonso y soy el piloto más feliz de la parrilla ahora, en este momento , y también desde hace mucho tiempo.
Se me notan, la felicidad y la alegría, aunque me esfuerzo en disimular; por amabilidad y buena educación, aunque también porque no necesito exhibir mi contento como si fuera un trofeo.
Soy mucho más feliz, y cualquiera puede notarlo, que Max Verstappen o Lando Norris o Charles Leclerc, mucho más también que Lewis Hamilton, aunque él va aprendiendo de mí, como ha hecho siempre. Sonrío al pensarlo.
“Un chaval de Asturias, y aquí está ahora”. Aquí estoy. Sentado en la cima del mundo. Moviendo cantidades de dinero más grandes que el indescriptible vértigo de tomar una curva a casi trescientos kilómetros por hora. La mirada del mundo entero pendiente hasta de más pequeño de mis actos.
Perfecto si gano la carrera de 33, perfecto en verdad también si no la gano.
Maravilloso, si logro otro título mundial, igual de divino si no lo gano.
Porque lo que me hace feliz es el ahora mismo, el estar aquí.
No necesito ganar carreras, ni siquiera subirme al podio, para ser el más amado. Sentirme el más amado por la afición.
Ya no rige la ansiedad ninguno de mis actos.
Más más más más…. así era cuando tenía veinte años.
Ganaba y quería más, volvía a ganar y quería más…. y más y más y más.
Sigo teniendo hambre de victoria, claro. Pero si consiguiese la treinta y tres, si lograse el tercer título…, lo masticaría despacio, saboreando.
Como mastico y saboreo ahora cada momento de mi vida deportiva, independientemente de la posición en la que termine una carrera.
Soy el piloto más feliz de la parrilla.
Vuelvo a sonreír.
Miro a mi alrededor.
-No es por nada, compañeros, pero hasta en eso soy capaz de -a todos vosotros- ganaros.
Tigre Tigre (poniéndome -como escritor- en la cabeza, en el lugar, de El Mágico Nano)