De todo lo que ha sucedido en la edición 2025 del Gran Premio de Austria en el Red Bull Ring me quedo con Fernando Alonso y con Max Verstappen. Y más concretamente me quedo con su actitud, forma de comportarse, con los rookies.
Aunque también resulta digno de atención el modo en el que ha tratado la suerte tanto al campeón español como al holandés.
Que Red Bull se está hundiendo es una realidad incontestable. Y por mucho que intenten achicar agua, desde que Adrian Newey dejó el equipo para el que conduce Max Verstappen para irse al equipo en donde conduce Fernando Alonso, todo ha cambiado.
En cuanto Newey tocó el Alfa Romeo de esta temporada Fernando Alonso volvió a respirar. Y quizá no sea sólo la magia técnica, sino una magia que vaya un poco más allá.
Alonso de momento no está luchando por ganar carreras ni siquiera sueña con este mundial, porque no tiene que gastarse en el hoy sino que puede soñar con el mañana. Y esa tranquilidad de espíritu de la que hace gala se ha visto en el Gran Premio de Austria sobre la pista con el alucinante baile que ha hecho en la última vuelta de carrera para conseguir colocarse en el séptimo puesto final. El mundo entero ha visto el duelo con Borboleto, y luego el abrazo y la mutua felicitación al terminar.
Y añado que Fernando Alonso también parecía el mejor amigo del universo del hasta hace unos minutos cenizo e intolerable Lawson. Las circunstancias han hecho que remasen en la misma dirección.
Pero a Verstappen, en su inusual mala suerte, llevaba una racha larguísima de carreras puntuando, también le hemos visto comportarse con una calidad y calidez ejemplares con otro rookie: Antonelli, a pesar de que había sido el joven piloto italiano el que le había sacado de la pista, y de la carrera. No sé si alguien lo ve de otra manera pero desde nuestro punto de vista Verstappen ha perdido la fe en sus posibilidades para hacerse con el presente mundial.
Por supuesto, aunque eso ya lo ha escrito todo el mundo y no merece la pena intentar arañar más, el duelo al principio de la carrera entre Piastri y Norris ha sido un regalo para los cientos de millones de espectadores que estaban viendo la carrera por televisión. Pero seguimos quedándonos con Verstappen y Alonso. Las almas brillando más que la máquina fascinante y monstruosa que cabalgan recorriendo todo el mapa mundial.
Desde LAS ALMAS Y LA FÓRMULA 1 no tenemos ninguna predilección especial por uno u otro piloto de McLaren, pero -ya que los coches de color fruta tropical están arrasando y parece nadie los podrá parar- nos ha gustado que Norris le recortase puntos a su compañero: así, al menos, seguirá vivo el Mundial.
Tigre Tigre