La semana pasada corría el rumor por los mentideros, pero todos sabíamos que era casi imposible, inverosímil. Me refiero el asunto de quitarle puntos al flamante tetracampeón del mundo.El pretexto, se contaba, sería las irregularidades del Red Bull a lo largo de la temporada. Pero Max ganó en Qatar. Habría que haberle quitado 75 puntos. Y además era todo demasiado traído por los pelos. Aunque sí, habría sido un pedazo de espectáculo. ¡Imagínate! El mundial de pilotos decidiéndose en la última carrera como en 2021 (ahí también se tomaron sus libertades e hicieron sus truquitos los señores de los despachos y el dinero).
Así que Liberty Media va a tener que contentarse con el duelo a muerte entre Ferrari y McLaren. Suena genial, pero en verdad no es para tanto. La máquina, por muy prestigiosa que sea, no consigue despertar la misma empatía que el humano que se mete dentro, prácticamente tumbado, y se juega la vida -hoy día menos, pero aún así- en busca de la gloria y el éxito. LAS ALMAS Y LA F1. Por algo bautizamos así esta sección en el periódico.
Para los españoles -soñemos- sería bonito que abandonasen los dos McLaren, y ya puestos también Charles Leclerc, y que Carlos Sainz ganase la carrera y le diese el título mundial a Ferrari. Reverencia y peineta. Sería bonito, pero está muy complicado. Casi tanto como lo de quitarle los puntos a Verstappen, pero no es del todo imposible.
Me deja un cierto sabor agridulce esta temporada. Norris y McLaren podrían -deberían- haber llegado mucho más lejos. Una desilusión. Si ahora también perdiesen el Campeonato de Constructores, que es el único que da dinero porque el de pilotos sólo es honorífico, sería para ponerse a llorar y salir corriendo.
Tigre Tigre