Silverstone. Muchas cosas maravillosas en el circuito quizá más mítico de todos los de la Fórmula 1. Lo que más hemos celebrado, sin duda alguna, ha sido lo de Nico Hulkenberg: los dioses por fin han decidido abrirle las puertas del Olimpo y permitirle subirse a un podio en una carrera de Fórmula 1 después de 250 grandes premios sin conseguirlo.
Fernando Alonso se la ha jugado al máximo en la estrategia como siendo el primero en montar neumáticos de seco en la segunda oportunidad: había hueco y había que arriesgar. No ha salido del todo bien, a Barcelona pero Maravilla Alonso ha conseguido acabar en los puntos una vez más. Igual que su compañero de equipo, Lance Stroll, con quien sí que ha acertado en la estrategia Aston Martin.
También estaba Hamilton, sacando la patita y decidido a hacer el milagro, pero como dice el refrán: no basta con las buenas intenciones. Y por supuesto: los dos MacLaren, luchando implacablemente el uno contra el otro. Aunque la fortuna, en forma de decisión de los comisarios, ha favorecido descaradamente a uno más que a otro. Y es imposible no pensar que no deja de ser mucha coincidencia que el piloto favorecido haya sido el británico del equipo, Lando Norris, que al final se ha llevado el gato al agua, alias la victoria, y ha recortado 7 buenos puntos en el Mundial a su enemigo (aunque intente hablar de él diciendo que es su amigo).
Estaba Piastri, el padawan y ángel vengador de Weber contra la Red Bull, cabreado como una mona con ladillas. Ha tenido que esforzarse el australiano para atarse la mojada y no decir lo que realmente pensaba de los comisarios y de que en la Fórmula 1 pesen más que el resultado real de la carrera las normas y las opiniones de quienes ven los toros desde el entoldado.
Aunque a nosotros quien más nos ha gustado, entusiasmado es más exacto, ha sido Max Verstappen. ¡Qué magnífico!
No puede saberse con seguridad si volverá a ganar otro título mundial, se vaya a Mercedes, se quede en Red Bull o acaba fichándole Aston Martín permitiéndole regresar a los brazos de Adrian Newey, El Mago. Pero hasta sus detractores, que supongo los tendrá, tienen que reconocer que es un piloto fascinante y un personaje que da tanto color al circo como si fuese un tigre sacado de la selva transformado en humano, pero sin perder ni un ápice de su alma sanguinaria.
La semana que viene vuelve el circo, el incomparable y magnífico Gran Circo de la F1.
Ahí estaremos, con las palomitas en la mano y dispuestos a aplaudir a la menor ocasión.
Libertymedia está haciendo un gran trabajo. El público está encantado.
Tigre Tigre