Perder la rabia. Carlos Sainz no debe perder la rabia. No debe estar preocupado por negociar ahora un asiento para la temporada que viene.
La temporada que viene aún no existe y puede ser cualquier cosa. Hasta podrían ponerse de rodillas para pedirle que continúe en Ferrari.
Cierto que la demostración de coraje y poderío que hizo en Australia ya le garantiza un buen equipo para la temporada que viene. Pero no se trata de eso. Se trata del ahora.
Hay dos rivales a batir. Dos rivales a batir a los que sin duda puede dejar atrás si mantiene su rabia. Su deseo de demostrar quién es sin dejar de apretar la mandíbula. Dando todos los puñetazos que haga falta encima de la mesa.
Y es más: en verdad podría haber un tercer rival. El gran enemigo.
Porque si el objetivo de esta temporada para Carlos Sainz es quedar delante de Lewis Hamilton y Charles Leclerc, demostrando que en Ferrari se han equivocado dos veces, podría suceder también que -si es capaz de mantener la rabia y las ganas de revancha y la exigencia de ¡justicia!- acabe luchando por el Mundial, nada menos que por el Mundial contra Max Verstappen, nada menos que contra Max Verstappen. Max Verstappen que simplemente era un aspirante como él, su compañero de equipo en Toro Rosso.
Carlos Sainz hijo. Carlos Sainz Junior. Carlitos todavía para muchos. En su mejor momento, pero con cierto peligro de ablandarse. Y más después de su éxito en Australia.
Lo de la novia modelo le aleja de quien verdaderamente es, un chico soñador, un maravilloso ser humano capaz de auténtica humildad que ante todo cree en el trabajo y en el esfuerzo.
Mantén la rabia, Carlitos. (También llaman Carlitos a Alcaraz).
Mantén la rabia, don Carlos. Esta podría ser tu gran temporada. Contra Max. Y acabar siendo el absoluto número 1.
Tigre Tigre