Sólo son negocios, estamos hablando de dinero.
¡Nos vamos a hinchar a vender camisetas y gadgets varios con Sir Luisito vestido de rojo Ferrari!
Y eso, desde Las Almas Y La F1, no se lo discutimos a ninguno de los muchísimos intermediarios que han participado en el fichaje del heptacampeón del mundo por la escudería italiana.
Dinero dinero dinero, pero ¿y el alma?
El alma en esta historia es la de Carlos Sainz, Carlos Sainz hijo que ya ha demostrado que vale tanto como su padre; muchísimo.
Carlos Sainz a quien le han quitado la silla para que se siente el becerro de las ubres de oro.
Carlos Sainz que va a correr con Williams, y que nada más subir al coche de la escudería británica demostró que podía ser el más rápido.
Estamos en pretemporada y podemos soñar tranquilamente. Aunque es un sueño justificado. Si la pasada temporada McLaren consiguió transformar su bólido en el más rápido y poderoso de la parrilla es perfectamente verosímil que en 2025 Williams consiga lo mismo.
Y si lo consigue: justicia divina.
Carlos Sainz campeón del mundo de Fórmula 1 2025 con Williams. Ese es mi sueño.
Pero como soy humilde y sé disfrutarlo todo tampoco haría ascos a simplemente ver a Carlos Sainz al final de una carrera por delante de Lewis Hamilton.
El afortunado Lewis Hamilton, que recaló en Mercedes en el momento adecuado.
No deseamos a Hamilton que fracase, ni mucho menos, pero si deseamos -juntamos las manos y llamamos a lo mejor de nuestra energía- ver al gran Carlos Sainz superándolo; y si pudiera ser en la 130R de Suzuka, al modo de Fernando Alonso con Schumacher, sería larguísimo nuestro aplauso.
Tigre Tigre