Dentro de poco, y si sigue así la cosa a Hamilton ya no le odiará nadie, y le pasará como a Vettel, admiraran su gran calidad como persona y como figura mediática y le dejarán de detestar. Pero de momento aun queda mucha, muchísima gente que detesta al heptacampeón británico.
Y para toda esa gente es una auténtica delicia ver como a Lewis le bota la cabeza como si fuera un balón en las manos de un jugador de baloncesto en las rectas de los circuitos y aún es más lenitivo para los odiadores -JATERS- verlo a 6 puntos de distancia de su compañero de equipo, el de momento muy querido George Russell.
Pero aún hay más, porque Russell también es británico, y es un británico con un aspecto mucho más clásico que el de Hamilton. La Fórmula 1 tiene su puntito de deporte rancio, y muchos de que los que aplaudieron en Silverstone a Hamilton en aquella carrera que mandó a Max Verstappen contra el muro preferirían haber estado aplaudiendo a George Russell en iguales circunstancias.
Aunque en verdad lo que pensamos desde aquí que sucede es que la FIA está haciendo pagar a la Mercedes su impertinencia por el exceso de presión que le metió tras el último Gran Premio del año pasado. A Masi lo han metido en el congelador, pero Mercedes también está bastante en el congelador, y con Mercedes, por supuesto, Hamilton.
¿Cómo podría estar la FIA puteando a Mercedes? No sabemos, por supuesto, pero seguro que medios hay para hacerlo. Reglamentos retorcidos, los pequeños detalles... Mercedes escupió hacia arriba y como es natural ahora le está cayendo en la cara.
Aún así pensamos también que a mitad de temporada Hamilton estará en plena forma y al final de la misma luchará por el mundial, aunque no tenemos muy claro que tenga alguna posibilidad real de hacerse con su octavo campeonato del mundo.
Queda mucha tela por cortar, mucha carrera aún por disputar. A nosotros nos toca simplemente quedarnos sentados y mirar y disfrutar.
Tigre Tigre.