Ha sido alucinante. Ha sido brutal. Ha sido maravilloso. Ha sido divertido. Lo hemos pasado genial. Todos los espectadores del mundo entero lo hemos pasado genial. Viendo a Fernando Alonso aguantar vuelta tras vuelta, y aún otra vuelta y otra vuelta más, a un Lewis Hamilton con un coche muy superior y con unos neumáticos mucho menos gastados.
Pero no podía, Lewis Hamilton no podía con Fernando Alonso. Lewis Hamilton siempre ha vencido Alonso con trapacerías y movimientos miserables, como ya pasó en la época en que ambos corrían juntos en McLaren.
Fernando Alonso impecable, Fernando Alonso qué fue un joven increíble y ahora es todavía más increíble que ese joven que fue.
En Hungría le han elegido piloto del día, porque se lo ha ganado a pulso. Por cómo ha trabajado a favor de su equipo, con generosidad, para que su compañero Esteban Ocón, ganase la carrera. Si Alonso no hubiese parado a Hamilton el otro Alpine no habría podido ganar.
Es demasiado injusto el peso de la máquina en el deporte de la Fórmula 1, pero también es parte de su quintaesencia, porque la Fórmula 1 es un juego de cyborgs, una mezcla de alma y de máquina.
Y por eso nos gusta tantísimo a los humanos cuando -aún con una máquina que no es la superior- un alma, un ser humano como nosotros, puede ganar una carrera, o puede hacer maravillas como ha hecho hoy Fernando Alonso en el Gran Premio de Hungría 2021, aguantando a Lewis Hamilton detrás; una vuelta y otra vuelta y otra vuelta... Hasta que ha sido suficiente y Hamilton no ha podido quitarle la victoria a Esteban Ocón, y tampoco a la escudería Alpine.
¿En serio alguien duda todavía de que Fernando Alonso si tuviese un coche competitivo no estaría luchando ahora mismo por hacerse con el mundial?
Tigre Tigre