La gente no se entera, es evidente que no se entera; ni el público ni los comentaristas. Y por eso todo el mundo se echa las manos a la cabeza, flipa, se enfada... Y hasta tiene miedo de decir lo que realmente piensa si vive de la Fórmula 1, no vaya a ser que le corten la cabeza.
¿Porque la FIA a veces castiga un comportamiento y en otra carrera no lo castiga, o lo castiga muy severamente un día y con graciosa levedad otro?
Es muy sencillo: la función de los comisarios de la FIA es ser como la lluvia. ¿Y para qué sirve la lluvia en Fórmula 1? Para aumentar la emoción, para aportar imprevisibilidad.
Y esa es la verdadera función de los comisarios de la FIA. Que nadie pueda tener claro del todo si va a llover o no va a llover en la próxima carrera, si va a caer lluvia furiosa o apenas un sirimiri. Si te vamos a quitar 5 segundos o la pole o los piercings llevas en ese sitio.
A la Fórmula 1 original, la verdadera Fórmula 1, la sostenía, incólume, el incontestable peligro de la muerte. Te podías matar con enorme facilidad si te subías a un monoplaza. Aunque fueras Dios conduciendo. No hace falta decir muchos nombres: Ascari, Jim Clark, Ayrton Senna...
Pero eso ha desaparecido. La muerte aún existe pero es algo muy excepcional y apenas la vemos. Ahora, seamos sinceros, sólo nos quedan los límites de pista, la lluvia..., la imprevisibilidad de los comisarios de la FIA.
Lluvia creada artificialmente: eso es, en suma, la Federación Internacional De Automovilismo. La FIA.
Tigre Tigre