Tal como se están barajando los naipes parece que el futuro no va a ser de ninguna otra manera: Max Verstappen, a quien un pesimista Doctor Marko ya da por perdido en Red Bull, acabará recalando en Ferrari.
Y si alguien piensa que Ferrari puede preferir echar a Hamilton antes que a Leclerc para dejar una plaza libre, que medite un minuto más.
Aquí estamos hablando de negocio, de dinero, de vender gorras y camisetas y hacer publicidad de la marca del Caballito Encabritado, que ya tiene vendidos todos sus deportivos para los próximos cinco años.
Max Verstappen y Lewis Hamilton en el mismo equipo, vestidos de rojo, y con coches -teóricamente- idénticos serían, y muy probablemente serán, el sueño de cualquier publicista.
Otra cosa es que Verstappen vaya a ganar un quinto título mundial. Con Red Bull no lo vemos, y con Ferrari... menos. Siempre, en los últimos tiempos, cuando algún gran campeón, como Fernando Alonso o Sebastian Vettel, ha apostado al rojo, ha acabado saliendo negro.
Red Bull va de nalgas y contra el viento, porque ha perdido a su mejor activo. Pues su mejor activo no era Max, sino Adrian, Adrian Newey.
El ingeniero más superdotado de todos los que hacen volteretas por el Gran Circo. Aunque todavía está por ver qué logra hacer con el desastre actual que es Aston Martin.
Lewis Hamilton y Max Verstappen en Ferrari.
Toca comprar palomitas y masticar despacio, paladeando el espectáculo.
Tigre Tigre