Estaba a punto de ponerse tres a cero Carlos Alcaraz en la semifinal de Pekín contra Janik Sinner, nada menos que contra Janik Sinner. Agradecí como espectador que el italiano reaccionase; y reaccionó y acabó ganando el juego; aunque quien realmente perdió fue Alcaraz que lanzó la última pelota contra la red porque probablemente pensó que ya tenía el partido ganado. A todos nos gusta ver ganar a nuestro tenista favorito, pero queremos que haya lucha, no son interesantes los aplastamientos. En Fórmula 1 pasa lo mismo, y aún es más grave porque el coche marca la diferencia: en esta temporada Max Verstappen esta convirtiendo al Circo casi en un bostezo.
En tenis nunca es tan grave, porque ni siquiera Djokovic es capaz de aplastar a todo el mundo (aunque casi, algunas veces).
El tenis como batalla épica es muy superior a la Fórmula 1. Vemos las caras de los tenistas. Vemos como están disfrutando o sufriendo. Nunca se le ocurriría a nadie llamar GRAN CIRCO al tenis.
En las semifinal de Beijing Sinner consiguió evitar el 3-0, recuperó el break perdido y a partir de ahí volvió a comenzar el misterio.
Y el misterio esta vez fue ver como Alcaraz se perdía y diluía dentro de sí mismo. Naturalmente conseguía puntos magníficos, porque es un genio absoluto con la raqueta, pero también cometía errores casi de principiante.
Aguantó como pudo hasta el final del primer set, y en el tie break se derrotó a sí mismo. Error tras error. Y una vez derrotado ya solo quedaba el agujero dentro de su propia confianza, y caía caía caía…
Carlos Alcaraz en caída libre.
Así es el tenis. Pero cuando es así para los seguidores de un jugador resulta tristísimo.
Tigre Tigre