Alcaraz es la ley

10 de Febrero de 2025
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Alcaraz

C.A.
C.A.
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Eso pone en las tres botellas blancas que Carlos Alcaraz alinea como soldados al modo de Rafa Nadal. 

Estamos en el primer set. Alcaraz le ha roto el servicio a de Miñaur por segunda vez, después de que el australiano fuese capaz de volver a equilibrar el duelo recuperando el primer servicio perdido. 

Le toca al Arlequín del Palmar servir para ganar. Remata sin problema.

Las tres botellas están alineadas, pero en verdad no de modo tan meticuloso como lo solía hacer Rafael Nadal, que no solo las ponía en línea sino que hacía coincidir el giro de las empuñaduras para que los soldados estuviesen en formación perfecta.

Alcaraz dobla el brazo y cierra el puño. Desde su esquina los miembros de su equipo le jalean. 

No parece un rival verdaderamente peligroso, Alex de Miñaur, para el tenista más joven de la historia en conseguir convertirse en número 1 del mundo. 

Alex de Miñaur lleva una gorra blanca y una camiseta de manga corta de color morado. 
Alcaraz va con la cabeza descubierta y viste camiseta verde y blanca sin mangas. 
El murciano salta corriendo de la silla antes de que acabe el tiempo de descanso mientras Miñaur se queda apurándolo, sentado. 

Si piensas, lector, que no te gustaría ser Álex de Miñaur echa un vistazo a la cantidad de dinero que lleva ya ganado.

Sin embargo a Alex de Miñaur cuando empieza el segundo set después de haber perdido el primero los casi 17 millones que ya lleva ganados le importan un carajo. Odia a Alcaraz. Y no es cuestión de decir que no es nada personal, porque sí lo es. Los dos iban a la misma escuela de tenis, pero Alcaraz era el niño bonito que todo lo conseguía, y Miñaur se vio obligado a apoyarse en la Federación de tenis australiana para convertirse en tenista profesional. Y si Alcaraz no existiese el público español consideraría a de Miñaur su héroe, incluso jugando bajo la bandera de las antípodas. 

Se convence Alex de que él no juega peor que Alcaraz, que si saca lo mejor de su energía puede ganarle al menos un set, y quizá hasta llevarse el torneo de Rotterdam. 
Aunque el torneo es lo de menos, lo más bonito sería ver derrotado al amado de los comentaristas, al que todos llaman, con la boca convertida en sonrisa, Carlitos.

El odio es buena gasolina. El hambre es buena gasolina.

Pero sucede que el odiador, que el hambriento, tiene enfrente a alguien que no es cualquier cosa, alguien que cuando se encuentra consigo mismo y utiliza toda su potencia se convierte en una verdadera bestia.

El australiano de madre española tiene dos oportunidades en el segundo set de ponerse con 4-0 a su favor. 
No las aprovecha, pero aún así el segundo set cae de su lado. Bravo.

Alex de Miñaur ya ha demostrado que puede ganar -y no es la primera vez que lo consigue- un set a Alcaraz. Ahora toca lo más difícil. Ganar o perder el partido. 

Vamos a ver quién es aquí la ley.

Alcaraz. 
Alcaraz es la ley. 
6-2 en el tercer set. Pero ello no significa que el partido no fuese un duelo intenso y magnífico.

Los dos jugadores hijos de madre española ofrecieron gran tenis y dieron lo mejor de sí mismos.

Tigre Tigre

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