Tenía una especial veta de oscuridad la semifinal en Queens entre dos tenistas españoles. En un principio todo el mundo apostaba por Alcaraz, y era razonable hacerlo. Pero también era cierto que Bautista había ganado nada menos que a Rune. Así que al menos a nivel teórico podía pasar cualquier cosa. Y desde luego Roberto Bautista iba a hacer lo posible y lo imposible para llevarse el partido.
Pero ahí estaba, entre los dos, enfrentando los coma separándolos, esa veta oscura que no tenía que ver con las calidades del juego sino que nacía del salseo que siempre se genera alrededor de cualquiera actividad y del que tampoco está libre el deporte.
Había sido Bautista, Bautista Agut uno de los detractores más impertinentes de la forma de vida de don Carlitos, llegando a decir que "no se ganan Grand Slam yéndose de marcha cada vez que lo pide el cuerpo".
Es evidente que Alcaraz tenía ganas de ponerle cremallera en el boquino al caballito relinchón y colocarlo en su sitio.
Ya le había hecho, por supuesto, de la mejor manera posible: levantando la copa de Roland Garros, y revalidando su título. Pero era bonita la oportunidad de enfrentarse con Bautista, y precisamente en un momento en el que este estaba brillando de modo bastante inusual.
El mensaje, después del partido en el que ha gastado exactamente la energía necesaria sin derrochar ni un gramo, está claro:
-Tal vez, Roberto, deberías probar tú también a irte de marcha de vez en cuando. Quizá así no llegas a ganar ningún Grand Slam, pero tal vez consigas que te dibuje en la cara un gesto más feliz y tranquilo.
Naturalmente todas las frases son nuestras porque Carlos Alcaraz es un caballero.
Aunque da la sensación de que le caen simpáticos de vez en cuando los gamberros.
Tigre Tigre
Gamberro Gamberro