Era demasiado. Jugar dos partidos seguidos en un día y en diferentes categorías, perder el segundo y sentirse responsable por no haber permitido a su compañero, Rafa Nadal, seguir en la lucha por el oro olímpico; y un tercer partido cuando aún no habían pasado veinticuatro horas desde que comenzó el primero.
El rival que tiene enfrente es un americano. Americano como los que vencieron al dúo Nadal Alcaraz.
Venganza.
Los americanos ya han ganado demasiadas medallas a lo largo de la historia de los juegos Olímpicos.
Y empieza Alcaraz, empieza Charly, empieza Carlitos, con un primer set impecable y controlado.
Alcaraz 1, Paul 0.
Decía Carlos De la Peña que a los gitanos no les gustan los buenos principios. Y en efecto: Tommy Paul se revuelve como una serpiente, despliega un tenis virtuoso y magnífico, rompe el servicio al español y se pone por delante en el marcador. Parece que lo tiene hecho.
¿Hecho?
Ya veremos. Busca en su interior, en su instinto de cazador de leones, ese segundo aliento que le permita volver a contar con lo mejor de sí mismo.
In extremis consigue romperle el servicio a su rival... y aguanta hasta llegar al tie break.
Y es en el tie break donde finalmente logra hacerse con el triunfo tras salvar una bola de set.
Carlos Alcaraz está en la semifinales de los juegos Olímpicos de París en el año 2024.
Casi asusta cómo se sigue volviendo grande y más grande -con lo sonriente y simpático que es- este chico.
Tigre Tigre
(Lástima los comentaristas españoles que no paraban de hablar ni siquiera mientras se estaban disputando los puntos del partido)