Está casi más contento Carlos Alcaraz por el triunfo de España que por su victoria en Wimbledon.
Porque la victoria en Wimbledon dependía de él, y además el duelo contra Djokovic ha sido mucho menos duro y difícil de lo que él esperaba; de lo que nadie esperaba.
¡Que desilusión de partido!, he escuchado decir a alguno de los mayores fans del tenista murciano.
Por supuesto, todos estamos felices por el logro increíble de Alcaraz: ganar la Challenge Cup por segunda vez consecutiva. Y por supuesto él también lo está, pues además del orgullo se embolsa 3 millones de dólares.
Sin embargo todos tenemos la sensación de que "no ha costado". Nos atreveríamos a decir que hasta el mismo Djokovic se ha ido de la pista con la sensación de que a Alcaraz no le había costado derrotarlo. Djokovic, que ha sido amable y generoso con sus palabras después del partido, que ha demostrado su calidad personal y como caballero, con una humildad inesperada y sorprendente. En Match Point nos gusta, como comentaristas, imaginar que Djokovic es invencible y tiene el orgullo del diablo, la capacidad de estrategia de Napoleón y un deseo de ganar por encima de todo. Hoy ante todo era un ser humano ejemplar y merecedor de todos los aplausos. Estaba triste por no haber vencido, pero era capaz de reconocer la valía de su rival.
Tres sets a cero ha sido casi excesivo. Apabullante.
"El pobre Djokovic" se oía decir en el bar Ring donde estábamos viendo el partido.
En cambio la Selección Española ha luchado y sufrido. Lo ha tenido ganado y la han igualado y parecía que iba a acabar sucumbiendo. Pero ha hecho gala de un coraje indomable. Dejándose el alma sin ceder ni perder la fe en ningún momento.
España ha ganado.
Alcaraz -doble o triplemente- ha ganado.
Todos estamos contentos, o deberíamos estar contentos. Que sea muy feliz este tercer lunes de julio para todos.
Bravo Charly. Bravo España. Tres millones de veces ¡¡¡Bravo!!!
Tigre Tigre