Podría decirse que Sinner ya está virtualmente en la final del Australia Open, aunque siempre existe la posibilidad de que Shelton, Miñaur, e incluso Rune, sean -inesperadamente- poseídos por la luz y consigan derrotar en algún momento al italiano. Pero lo normal es que Janik Sinner sea el rival a batir en la final del primer Grand Slam de la temporada.
Para Alcaraz el camino es altamente dificultoso. Si gana a Draper, algo que normalmente debería suceder sin demasiados problemas, tendría que enfrentarse a Djokovic; y a pesar de lo bien que está jugando el Mito del Palmar con Djokovic nunca se puede dar nada por seguro.
Y en el feliz caso de que derrotase al serbio y pasara a la semifinal lo previsible es que allí le esté esperando quien más ganas le tiene, y no sólo a él, a todos los "niños bonitos" del circuito, los que reciben un trato preferente mientras a él -dice-le ningunean desde la organización sin el menor respeto. Zverev. Nadie puede olvidarse de Zverev, ni siquiera Sinner (en caso de que el alemán mán fuera quien lograse llegar a la final).
Y a todo lo anterior hay que añadir un elemento nuevo e imprevisto: Tien, el que se zampó a Medveded a pesar de que el ruso se dejó el alma tratando de impedirlo. Yo me la imagino perfectamente venciendo al actual número uno del mundo, y estoy seguro que también él se imagina así mismo haciéndolo.
En suma, que está más complicado para Carlos Alcaraz que una misión suicida en Call Of Duty.
Aunque eso no significa que no lo vaya a conseguir. El mundo quiere que gane Alcaraz. Los medios y los espectadores quieren ver ganar a Don Carlitos el único Grand Slam que le falta. Y él, no hay más que mirarlo para darse cuenta, está muy motivado, y disfruta jugando. Es el más ágil, el más felino, el más inspirado y genial, el que tiene mayor capacidad para encontrar golpes que ni siquiera él mismo se imagina y que inventa cuando las circunstancias le obligan y lo hacen necesario.
¡A por todos, tú eres el más grande, tú tienes las tres "ces", tú puedes!
Tigre Tigre