Aún estoy sudando y con el corazón en un puño. Estoy sudando, a pesar de que he visto el partido grabado y refugiado en el frescor del salón de mi casa.
Pero el sudor de Arthur Fils y el de Carlos Alcaraz era contagioso.
Dos horas y veintitrés minutos de partido. Ha dado la sensación de que era mucho más, de que estábamos en una final de Grand Slam, o casi.
Alcaraz ha perdido claramente el primer set. El segundo lo ha ganado con un esfuerzo agónico y, en verdad, por los pelos.
Narraban para Movistar Mielgo y el gran Carretero. Alcaraz estaba a punto de perder su servicio y los dos jugadores iban igualados a cinco.
No eran bolas de partido, match ball, pero casi. Porque eran bolas de break. Dos tenía el francés a su favor.
-Uf -dice Carretero cuando consigue Alcaraz neutralizar la primera.
Y unos segunditos después, antes de que Alcaraz saque, Carretero repite:
-Uff.
La segunda vez me ha dado incluso la impresión de que el uf tenía dos efes.
Pero Alcaraz hace el milagro.
Y vuelve a hacerlo recuperando el break que le había echo su rival al principio de la tercera manga.
Ufffff....
Este es mío. Que dureza, qué sufrimiento, que calor... hemos pasado. En plural evidentísimo.
Y qué alegría ahora que estamos en semifinales. Bravo, chico, eres un jugador divino, y esta victoria la has luchado hasta el último aliento y te la has merecido; muchísimo.
Tigre Tigre