El domingo 13 de julio de 2025 en la gran final de Wimbledon, por justicia poética y por muchas otras razones, debería ganar Alcaraz.
Debería ganar Alcaraz porque Sinner, su rival en la final, no tendría que estar ahí. Alguien aficionado al uso de las fuerzas ocultas diría que desde el lado oscuro de la fuerza están ayudando al italiano hasta límites más allá de lo imaginable. Primero abandonó Dimitrov, por un mal movimiento y la posterior lesión, y luego le tocó el turno a Djokovic, que se cayó y era evidente que no estaba en buena forma para disputar la semifinal.
Debería ganar Alcaraz, porque está en un momento espléndido y es opinión común que cuando el Mito del Palmar está al 100% nadie es capaz de derrotarlo.
Debería ganar Alcaraz, porque yo estoy escribiendo en español y es evidente que en esto del deporte importa muchísimo la nacionalidad para elegir a nuestros favoritos.
Pero sería absurdo negar que Sinner está fortísimo, y que además tiene hambre de venganza; hambre y sed. Se sacaría, piensa, la terrible espina que se le quedó clavada en el corazón. Tuvo tres bolas de partido en la final de Roland Garros. Pero aunque el italiano se sacase la espina y venciesa en Wimbledon, el eco de la derrota en tierra francesa jamás le abandonará.
Dos partidos feos, los de las semifinales de Wimbledon, fiándolo todo a la brutalidad en el saque, en el caso de Taylor Fritz contra Alcaraz, y sin apenas puntos largos en ninguno de los dos encuentros.
Zás zás zás....
El mundo entero está expectante. Y yo voy a repetirlo una vez más: debería ganar Alcaraz.
Pero independientemente de quien gane o pierda ¡qué bonito que se vuelvan a enfrentar el número uno y el número dos del mundo en otra final de Grand Slam!
Tigre Tigre