Djokovic: al póker no siempre gana quien tiene las mejores cartas

22 de Enero de 2025
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Djokovic

Está pletórico, Novak Djokovic, el gran Nole, infinitamente contento y satisfecho de sí mismo. Ha vuelto a conseguirlo. Ya está en la semifinal del Australia Open a la caza de su undécimo título.

Era martes y lo tenía complicadísimo. Los que ven las cartas por encima del hombro estaban convencidos de que Carlitos Alcaraz tenía un poker, y el gran Nole sólo un trío o como mucho un full. Pero las cartas no son lo más importante, o al menos no son lo definitivo.

Cómo se ha reído, como ha disfrutado de su estrategia genial, magnífica. Y además, por supuesto, ha jugado un tenis al borde de lo apocalíptico. 
Ante Carlos Alcaraz, al perder el primer set, no le quedaba otro remedio que ser más listo. Más listo en muchos sentidos. Entre otros, y quizá el más difícil, convencerse a sí mismo que en verdad era más joven y estaba más en forma que Carlitos. Pero sin duda ya lo tenía -es el más listo- todo pensado. Para empezar había que hacer un poco de buen teatro. (actor magnífico).

-Uy, me he hecho daño y voy a tener que irme al vestuario a tomar “mis medicamentos”.

Los medicamentos se pueden tomar en la pista, por supuesto, pero es más interesante hacerlo sin que nadie te vea. ¿Por qué? Porque entonces puedes jugar con la imaginación de tus enemigos. ¿Qué se estará metiendo Nole, el Goat, en el vestuario? La imaginación es libre. Quizá ni siquiera se tomó una aspirina, pero antes había labrado el terreno y enterrado todas las semillas para que creciesen plantas de todo tipo. 

Hace dos semanas puso a parir a la Federación Internacional de Tenis por no haber castigado a Sinner por su doping. Así inquietaba a su probable rival en la última cita, la final, del Open de Australia, pero también hacía pensar a los malpensados que sus palabras eran una cortina de humo para que a él tampoco le dijesen nada si le pillaban “puestísimo”.

A lo anterior, y al terminar el partido, hay que añadir que el genio serbio se permitió alardear de que “después de tomar la doble dosis de medicamento eme sentí bien y me ayudó a jugar al tenis mejor”. Pedazo de pase torero brillantísimo.

Y no sería justo olvidar que un par de horas antes, al volver a la pista tras irse al vestuario para intentar recuperarse, había hecho creer al mundo, y sobre todo a Alcaraz (a McEnroe no logró convencerlo) de que estaba muy mal y que probablemente, si no ganaba el segundo set, se retiraría del partido. Y Carlitos, que es un caballero, picó, y bajó la presión. Carlitos pero también  Juan Carlitos Ferrero, que debería haber dado orden a su pupilo de machacar al inteligentísimo enemigo.

Ninguno, nadie, es verdadero rival para el Goat.

Aún le quedan dos partidos al gran Djokovic -el mejor tenista de todos los tiempos, con la raqueta y con la estrategia, como demuestran claramente las estadísticas- para hacerse con su onceavo título en Australia. Ni Zverev ni Sinner van a poder dormir, de momento, tranquilos.

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