Hay algo de inverosímil, una sensación de que esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasándole a Carlos porque el futuro parecía tan brillante ayer, el futuro inmediato y el futuro más lejano coman que nadie pensaba que pudiese caer en octavos de final contra un tenista al que había derrotado dos veces y que indudablemente es muy inferior a él.
Pero Jack Draper tenía hambre y a Alcaraz simplemente le tocaba volver a comer; con apetito, por supuesto, pero no con hambre. Su única hambre en este momento es volver a ganar en Wimbledon. Y parecía que el camino se presentaba llano y fácil de recorrer.
Pero no. Una derrota en toda la regla. Dos sets a cero a favor del mejor jugador británico actual. Delante de su público. Con todo por ganar. Con toda el hambre del mundo. El hambre de ganar un torneo ATP 500 en su país y el hambre enorme de derrotar a Carlitos -hoy Carlitos- Alcaraz.
Las estadísticas nos cuentan que con esta derrota Alcaraz después del torneo de Queens perderá el puesto de número 2 del mundo el favor de Djokovic, pero personalmente a mí eso de ser el segundo o el cuarto o el quinto me parece que no le importa tanto, que lo bonito en el tenis actual -después de la barbaridad de títulos que ganaron Federer, Djokovic y Nadal- es ir sumando Grand Slam.
Habrá que ver dentro de tres semanas si el hambre de Carlos Alcaraz es lo suficientemente grande para llevarse la copa en Wimbledon, la "Challenge Cup", por segunda vez. Hambre antes que ninguna otra cosa, porque está en plena forma de nuevo y cuando juega respetándose a sí mismo y disfrutando del jugar es casi imposible derrotarlo, como muchos grandes tenistas saben ya.
Tigre Tigre