Qué partidazo increíble acabo de terminar de ver. Un auténtico duelo a raquetazos, que no ha sido menos que un duelo a bastonazos, o incluso un duelo machete en mano, entre el alemán de origen ruso, Alexander Zverev, y el mejor tenista de todos los tiempos. Siempre que digo esto último, lo del mejor tenista de todos los tiempos, luego añado la coletilla de "según las estadísticas". Pero esta vez no, hoy no.
Hoy el viejo Djokovic, casi cuarentón, ha jugado como Dios y como al Diablo al mismo tiempo.
El punto de cuarenta y un golpes que podría haber ganado cualquiera de los dos ha sido tan apasionante como una buena novela de Raymond Chandler.
Cuando empecé a escribir sobre tenis, hace poco más de dos años, una vez, desde mi ignorancia, me atreví a calificar al serbio de "despreciable", porque ganó a Alcaraz -mi inspiración para dedicarme a escribir sobre tenis- con la estrategia, las famosas duchas, y no verdaderamente en la pista. Pero ahora, hoy, retiro lo dicho. Y pido perdón al serbio y todos sus cuidadores.
Djokovic, juzgado desde mi pequeña y humilde perspectiva, es también para mí, el viejo Tigre novato en el arte de escribir sobre deportes, el mejor jugador de tenis todos los tiempos.
Pero aún así, aún considerándole el mejor jugador de todos los tiempos, creo que Carlos Alcaraz, si acaban enfrentándose en la final, le ganará. Y pienso eso porque Don Carlitos está más allá de lo de ser el mejor jugador de la historia o de cualquier otra adjetivación. Me explico: Alcaraz es un creador, un auténtico genio, capaz de sorprenderse hasta a sí mismo mientras juega. Eso es la genialidad. Algo dentro de ti que te impulsa más allá de tus propios límites.
A Djokovic aún le queda enfrentarse a Sinner, que no es un genio pero sí una apisonadora letal. Me gustaría, confieso, verle ganar al italiano. Aunque una final entre Sinner y Alcaraz tampoco estaría nada mal.
Lo único que echo de menos en estos magníficos partidos de Roland Garros, me encanta que sean sobre tierra, polvo de ladrillo, y a cinco sets, es a mi comentarista favorito: Don Robert.
Si hay final entre don Novak y don Carlitos, sería maravilloso que Movistar hiciese su propia retransmisión, con su mejor pareja de comentaristas, y diese aún más vuelo literario al duelo entre la experiencia y el más increíble talento natural.
Tigre Tigre