Ya nadie alineará sus botellitas de agua como si fueran soldaditos de juguete, ni se tocará el pelo, ni se tirará del calzón a la altura de los huevos.
Aunque en verdad estoy exagerando. Es evidente que Rafael Nadal volverá a jugar al tenis; pero muy probablemente ya no lo haga nunca más en la alta competición. Volveremos a verlo todas las veces que queramos, sí, en los casi infinitos videos en los que aparece desde que comenzó a jugar profesionalmente hasta ahora mismo: alineando sus soldaditos de plástico con agua dentro, sacando la tela de algún lugar molesto, haciendo gestos nerviosos como si se estuviera santiguando es según la norma de algún credo secreto.
Esperábamos que durase un poco más...
En la presente edición de la Copa Davis Carlos Alcaraz no ha sido capaz de salvarlo. Ha sido la segunda vez que sucede, que Carlitos no es capaz de salvar al gran Rafa; en dobles a pesar de su indudable buena voluntad sigue siendo mucho más Carlitos que Carlos.
Conmueve la largura de su despedida: lleva todo un año diciéndonos adiós. Está suave y vicariamente de luto el mundo entero.
Adiós...
EL LARGO ADIÓS es una novela de Raymond Chandler, la mejor de su autor en opinión de muchos y la más maravillosa novela sobre la amistad jamás escrita (en mi propia opinión y en la del Padrecito). En tenis hay rivales que se vuelven entrañables, lease Federer o Djokovic, pero no hay amigos. Al menos no como lo son Terry Lennox y Philip Marlowe en El largo adiós.
Hemos tenido muchos meses para asimilarlo, aceptar que se nos iba a ir. Y aún así...
Campeón, seria mentir si ahora dijésemos que no te vamos a echar mucho, muchísimo, de menos.
Tigre Tigre