Se defiende el gran -y muy admirado- Rafael Nadal del papel que ha aceptado como embajador, entendemos que deportivo, de Arabia Saudí ante el mundo.
Se defiende y afirma que su presencia y la de otros muchos deportistas servirá para que en Arabia vea como es el mundo en la actualidad, y eso, según opina el tenista balear, les ayudará a evolucionar y estar más cerca del mundo occidental. Quizá olvida nuestro muy admirado Rafael Nadal que en Riad hace unos años las mujeres podían ir a la universidad, y lo hacían sin velo. Arabia Saudita ha dado muchos pasos hacia atrás, pero en cualquier caso no tiene ningún sentido criticar a Nadal, porque es evidente que -como siempre ha demostrado- lo hace todo con la mejor intención.
No conozco a casi nadie capaz de despreciar cantidades ingentes de dinero. No creo que tampoco ningún lector de este artículo hubiera rechazado el regalo de la raqueta de oro que le dieron cuando le derrotó Djokovic en su última enfrentamiento. Una raqueta que vale un cuarto de millón de euros.
Siempre todos incondicionales de Nadal, pero con nuestros matices, profundidades y sentimientos.
Tigre Tigre