Tres bolas de partido. Tres bolas de partido que además eran bolas que garantizaban a Serbia colocarse en la final sin tener que jugar el partido de dobles. Tres bolas de partido en las manos el mejor jugador del tenis de todos los tiempos según nos cuentan las estadísticas: Novak Djokovic. Pero la vida es aquí y ahora y lo que se haya conseguido ayer, aunque sean montañas de oro, no significa que volverá a conseguirse mañana. Y a Janik Sinner aún le escocía la derrota en el Torneo de Maestros en la final. Se quería vengar. El gesto burlón de Djokovic dejando claro que había sido un iluso no utilizando la oportunidad de dejarlo fuera de juego permitiendo que ganase Rune.
Tres bolas de partido que garantizaban a Djokovic que su equipo se colocaba directamente en la final de la Copa Davis contra Australia. Y no fue capaz de realizar ninguna. Porque Sinner está enfrente: con toda su alma y su necesidad de revancha.
Djokovic perdió contra Sinner y Serbia se vio obligada a jugar el partido de dobles contra Italia.Y entonces sucedió lo maravilloso. Los italianos alinearon a Sinner y los serbios a Djokovich. Volvían a enfrentarse otra vez. Del tirón punto sin descansar ninguno de los dos. Esta vez con mosqueteros.
El primer set lo ganó Italia, lo ganó Sinner.
Y Djokovic decidió que él ganaba al segundo set como fuese. Pero ahí estaba Sinner otra vez. Sinner y su mosquetero Sonego.
Donde las dan las toman, Novak Djokovic.
Tú serás el número 1 del mundo, pero yo soy yanxiner Janik Sinner y te puedo ganar.
¡Te voy a ganar!
Y así sucede.
Ganar al grandísimo Djokovic.
Pasar a la final.
Sinner debió sentirse al final del partido de dobles tan poderoso como Superman.
Tigre Tigre