Confieso mi debilidad por Rafa Nadal que ha trascendido a su digno sucesor Carlos Alcaraz.
Verlos saltar a la Philippe Chatrier juntos el sábado, en su primer partido de dobles, fue mi refresco de verano ante la ola de calor: se me pusieron los vellos de punta... por segunda vez. La primera fue la sorpresa al descubrir que la antorcha olímpica iba a pasar de las manos de Zidane a las del Manacorí con la Tour Eiffeil como testigo de excepción. No ha habido mayor honor para un español en Francia, que semejante momento. Chapeau!!!
Hasta aquí creo q todos estaremos de acuerdo. Centrémonos ahora en otro peculiar asunto que quizás haya pasado más inadvertido.
Definía un gran amigo como "gorrinos" a aquellos hombres cuyo apéndice craneal consistía en una gorra.
Para un atento observador del tenis en París 2024 no descubriré nada si digo que los contrincantes, tanto en individuales como en dobles, de nuestros queridos NadAlcaraz, llevan la cabeza cubierta. ¿Casualidad?... quizás. A mí me gusta pensar que tener la mente libre de gorra hace que las ideas fluyan, que la creatividad se expanda y que nuestros orgullos patrios sigan encarrilados hacia la medalla. Ojalá el final sea que sus ahora descubiertas cabezas luzcan una corona laureada... la de campeones olímpicos.
¡¡Vamos!!