Francisco Silvera

Donald y Adolf

06 de Noviembre de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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trump

Con la experiencia uno atiende cada vez menos a lo ideológico, esto es: detrás de las diferentes posturas encontramos historia personal, formación, herencia, sentimentalismo… Yo trato de comprender, empatizar con toda forma ideológica con fundamento porque cada vez estoy menos seguro de la fortaleza de la mía, lo que no significa que no la tenga clara y que se me note.

Ya no voy a repetir más que el fascismo no es ideología: es la negación de posición ideológica, por eso no merece respeto intelectual y legalmente debería estar sujeto a la libertad de expresión pero tengo dudas sobre su legitimidad legal, valga la redundancia democrática.

Escribo y parece que Trump se va… dejando una estela de mierda. Sus incitaciones a la “movilización en las calles” es posible que mantengan un vínculo con los “Qanon”… hay un reportaje interesante de Informe Semanal que los describe, incluida entrevista con su representante español, y es muy útil si es aficionado al diagnóstico de las enfermedades mentales, dicho con todo respeto médico. Busquen y teman.

Pienso en él, Donald, y cada vez más veo a Adolf Hitler, pero no por lugarcomún político. Cabe en un dirigente político ser artero, corrupto, manipulador, conspiranófilo y calculador, eso sería “normal”, hijoputas hay en todas partes y nada de eso es ajeno al humano. El problema es que algunos son absolutamente indiferentes, hasta la negación de la realidad, respecto de las consecuencias de sus acciones. Cuando un loco de ese calibre tiene el Poder se vuelve mesiánico y termina asumiendo su “responsabilidad” histórica: lo importante no son los medios sino los fines, por lo que cometer el mal absoluto puede ser una consecuencia del ejercicio histórico de esa responsabilidad.

Esos gestos de galería, con la sonrisa mirando al infinito, esos berridos histriónicos, esas complicidades no nombradas pero compartidas con el foro (racismo, xenofobia, machismo, clasismo, fanatismo religioso, paranoias…) convierten a quien los práctica en un criminal contra la Humanidad a un solo paso de la acción.

Hitler llegó así, y embelesó con su plenitud de basura demagógica a una parte muy importante de la Cultura germánica; nótese que no digo país, porque la influencia de estos asesinos inhumanos no desaparece con ellos, se necesitan siglos para que su huella no siga dañando la convivencia. En los USA, si seguimos preguntándonos cómo puede una ciudadana normal votar a este tipo: es que no entendemos qué cambios históricos se han producido para que el caldo genere este guiso repugnante.

Está ocurriendo en España, la inacción de los partidos ideológicos genera la eclosión del fascismo, tradicionalista y simbólico, ejercido por cretinos a quienes se les justifica que no se formen ni piensen, el desprecio por la Enseñanza y el conocimiento humanístico (Ciencias o Letras) en favor de la titulación obligatoria y la capacidad profesional técnica aislada: convierten al Estado en abono pestífero para los criminales.

Veo a Trump, veo a Hitler. Cuántos pequeños Hitlers por todas partes, qué locura, me siento como si me hubiera apellidado Wittgenstein en 1940, ¡dónde está Dios!

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