Calama obvió en su auto el objetivo real del nombramiento de Saracho

12 de Marzo de 2024
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El auto de pase a procedimiento abreviado del Caso Popular que exoneró a Emilio Saracho de ser juzgado, está lleno de lagunas que demuestran que la instrucción practicada desde el mes de octubre de 2021 sólo tuvo un objetivo. Hay que recordar, además, que uno de los abogados de Saracho, Jesús Santos, fue el «maestro» de Antonio Romeral, el fiscal del caso. Es un hecho que esto es así, luego, cada cual que saque sus conclusiones.

Tal y como hemos publicado en Diario16, sorprende que en el auto sólo se mencione a Saracho en 21 ocasiones y que a su etapa en la Presidencia sólo se le dediquen apenas 3 páginas.

Uno de los puntos que en estas páginas se ha analizado es el por qué se decidió que fuese Saracho, un hombre sin experiencia en banca comercial, el sucesor de Ángel Ron. Fue el propio Saracho quien lo definió en su declaración en la Audiencia Nacional: «el mercado solo podía leer mi llegada como que se quería vender el banco».

Saracho, tanto en sede judicial como en el Congreso de los Diputados, reconoció que no quería ese cargo por, precisamente, su nula experiencia en la gestión de un banco comercial. Sin embargo, le dijeron que su nombramiento respondía a la idea de que se buscaba a una persona que no solapara al consejero delegado con funciones ejecutivas, sino que tuviera otras habilidades, como reputación en el mercado, por si hubiese una segunda ampliación de capital.

¿Quién le dijo eso? O ¿en nombre de quién hablaba quien le dijo eso? Eso son elementos que en cualquier investigación sobre la resolución de una entidad financiera sistémica habría movido a un juez instructor a buscar debajo de la corteza terrestre si hubiera sido preciso. Sin embargo, Calama no lo hizo. Y no porque no se le hubieran dado pistas o elementos indiciarios.

Saracho, en su declaración ante el juez, afirmó que «recibo una llamada de la señora Calderón en la que me dice: ‘hemos decidido que seas el presidente del BP¡. Yo le señalo que no lo tengo claro, y ella me hace hincapié en que es urgente cerrar la crisis, que ‘el Gobernador del Banco de España quería que esta situación terminase’. A la hora de esta llamada recibo una llamada del presidente de la CNMV, [por Sebastián Albella] en la que me confirma que quería cerrar esta situación». Hasta este momento Saracho no tenía la más mínima intención de aceptar el cargo. Sin embargo, cuando llamó a Luis de Guindos éste le dijo que «estaban encantados de que aceptara el cargo», hecho que sucedió el 28 de diciembre de 2016.

Según se indica en el recurso presentado por AEMEC, «es decir, había prisa en las autoridades para cerrar la operación, y sabían que se trataba de vender el Banco. Pero qué razón existía para vender el Popular cuando el Banco era solvente, con liquidez suficiente y un negocio en crecimiento (Informe pericial del Banco de España y ratificación de los peritos). El Auto recurrido tampoco resuelve la meritada cuestión».

Saracho, cuando fue preguntado en sede judicial por la situación del Popular antes de que fuera nombrado presidente, afirmó a Calama que «el banco tenía una suma de problemas acumulados, y que estaba en una situación de extremo peligro […] El Señor Linde me dio su versión sobre el Banco Popular: conocía que eran opciones reales la operación corporativa y la ampliación de capital. Pero no comentó nada en absoluto, sobre la inspección, porque no había terminado […] El BCE sabía que el mayor problema en Europa era el Deutsche Bank y después el Banco Popular, esto lo sabía el señor Linde, el BCE y yo. Para el BCE, Sunrise era una operación de maquillaje».

Sin embargo, Saracho no había pedido ningún tipo de documentación y sin haber concluido la inspección del BCE, todo el mundo veía al Popular como una amenaza para el sistema financiero europeo o que estuviera en peligro. Es tan extraño, que hasta un juez recién salido de la escuela judicial habría abierto una pieza separada sólo para investigar estos hechos.

A pesar de ello, Calama no investigó nada de esto, sobre todo teniendo en cuenta que fehacientemente no existía ningún tipo de indicador ni incumplimiento de ratios que confirmaran esa visión tan exageradamente pesimista.

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