Las declaraciones de muchos de los protagonistas que participaron directa o indirectamente de la operación de Estado encubierta para rescatar al Banco Santander han mostrado cómo la implicación política ha sido fundamental para que la entidad cántabra haya podido hacerse con el sexto banco a coste cero (1 euro). Aunque la resolución fue durante el gobierno de Rajoy, la realidad es que la operación fue consumada por el gabinete de Pedro Sánchez sólo tres meses después de haber accedido al poder.
Emilio Saracho afirmó en su declaración ante el magistrado José Luis Calama Teixeira que, unas semanas antes de la resolución, se dirigió a Luis de Guindos para solicitarle liquidez y que, como no se la daban, le dijo que tendrían que resolver al Popular. Saracho, según indicaron a Diario16 fuentes judiciales, indicó que el ex ministro le dijo que, si había que llegar a la resolución, entonces debería hablar con Jaime Ponce, presidente del FROB.
Estas declaraciones de Saracho también dejaron en una posición difícil a De Guindos o, tal vez, fueron la revelación del papel que desarrolló el ex ministro de Rajoy en toda la operación diabólica del Santander y, sobre todo, cómo estaba todo diseñado para que nada pudiera fallar.
El hecho de que Saracho le indicara a Luis de Guindos que si no lograba liquidez el Popular iba a la resolución pone muy en duda que las retiradas masivas de depósitos por parte de los organismos públicos no fueran consecuencia de la presunta utilización de información privilegiada, una sospecha que siempre ha rondado sobre De Guindos puesto que, conocedor de que el día 3 de junio se había iniciado el Proyecto Hipócrates y que Saracho pretendía resolver la entidad, ¿pudo comunicar a los organismos públicos lo que iba a ocurrir el día 6 de junio para que retiraran todos sus depósitos? La declaración de Saracho del día de ayer deja a De Guindos en una situación en la que podría ser llamado también a declarar.
Sin embargo, lo afirmado por Saracho en su declaración en la Audiencia Nacional tuvo también consecuencias en el mercado, puesto que el valor del Santander comenzó a desplomarse a partir de las 15 horas, es decir, minutos después de que Saracho terminara su declaración y comenzara a filtrarse todo lo que había dicho.
Este movimiento negativo del valor del Santander es una muestra más de cómo la operación diabólica del Popular no tiene credibilidad del mercado puesto que existe un elevado riesgo de anulación, tanto en Europa como España.
Mientras en el mercado no se creen la operación y el Santander continúa sacando rentabilidad del Banco Popular, las 305.000 familias arruinadas han salido a la calle y han mostrado su indignación en diferentes puntos de España porque lo que les está ocurriendo no es más que la consecuencia, el daño colateral, de un plan meticulosamente estudiado y diseñado varios años atrás e implementado con, en teoría, una precisión de cirujano con una única finalidad: rescatar al Santander.
Sin embargo, cometieron errores que se han convertido en las esperanzas de esos 1,2 millones de personas, de pequeños ahorradores y accionistas que lo perdieron todo en aquella noche en la que el Santander formalizó fuera de plazo la compra por un euro de la sexta entidad financiera de España.