“Europa está con España”. Así de contundente se ha mostrado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante la XXIII Conferencia de Presidentes de Comunidades Autónomas celebrada esta mañana, una reunión fundamental para consolidar la transferencia de 140.000 millones de euros en ayudas de la UE contra la pandemia en España. De esta manera, Von der Leyen respalda el plan de Pedro Sánchez y consuma la derrota de Pablo Casado, que en las últimas semanas había llevado a cabo una intensa campaña de desprestigio de nuestro país en las instituciones europeas con el fin de torpedear el Plan Marshall para la reconstrucción de la economía española. Carolina Darias, ministra de Política Territorial y Función Pública del Gobierno de España, ha sido la encargada de dar cuenta del contenido de la reunión. Darias ha dado por adjudicados los 140.000 millones en subvenciones europeas y ha ratificado que al menos el 50 por ciento de un primer paquete de ayudas por importe de unos 72.000 millones de euros será directamente gestionado por las comunidades autónomas.
De esta manera, los presidentes autonómicos podrán promover proyectos o programas en cualquier ámbito de la economía que se ejecutarán mediante convenios marco entre los ministerios implicados y las comunidades autónomas. Sánchez ya ha presentado en Bruselas su borrador de plan “España puede”, que contempla ayudas a la vivienda, sanidad, educación, políticas sociales, políticas activas de empleo y medioambiente. Según Darias, el plan contiene partidas presupuestarias tan importantes como 2.500 millones de euros para transición ecológica; 7.000 millones para políticas educativas; 2.000 para cuidado y dependencia; 600 millones para modernización del Estado; y hasta un ambicioso plan de reforma de la Administración de Justicia de aquí a 2030, entre otras inversiones. La ministra ha definido el Plan “España puede”, que en definitiva es el Plan Sánchez, como “un gran acuerdo de país para grandes reformas”.
Por tanto, la maquinaria europea que debe rescatar a España de la grave crisis económica y social en la que ha caído durante esta pandemia se ha puesto en marcha pese a todos los intentos de Casado por boicotear las ayudas. El complot del líder del PP para extender en Bruselas la leyenda negra de que nuestro país es un Estado fallido y autoritario que no respeta la separación de poderes y que ha caído en manos de los chavistas de Sánchez e Iglesias ha fracasado. La Unión Europea no solo no va a sancionar a España por no renovar a los vocales del Consejo General del Poder Judicial (el propio Casado ha estado bloqueando esa renovación para que la UE incluyera al Estado español entre los “países gamberros”) sino que las palabras de apoyo de Ursula von der Leyen, en presencia de los presidentes autonómicos, suponen un gran espaldarazo a las políticas de Sánchez y una derrota sin paliativos del jefe de la oposición, a quien buena parte de la prensa nacional pretende convertir, de la noche a la mañana, en el nuevo Cánovas del Castillo por su discurso contra Voxdurante el debate de moción de censura de la pasada semana. Casado no es un moderado a la europea, por mucho que se haya dado cuenta de que yendo de la mano de Santiago Abascal el PP estaba abocado al desastre. Al cortar con la extrema derecha (solo formalmente, ya que en la práctica sigue manteniendo los acuerdos autonómicos) Casado no ha hecho más que agarrarse a una tabla de salvación para salvar los muebles y no perder la hegemonía de la derecha española. Ha sido un acto de pura supervivencia.
En el fondo, esa victoria parlamentaria tan cacareada y aplaudida no deja de ser una derrota (Abascal ha quedado como la víctima de una gran traición y eso le dará votos en las urnas) como también lo es su estrepitoso fracaso en Bruselas en su intento por conseguir una sanción de la UE a España y torpedear las ayudas oficiales. En apenas una semana, Casado ha tenido que virar tres veces para no estrellar el barco: la primera rompiendo con Vox de cara a la galería y aparcando su proyecto soñado de lograr la unidad de las derechas, un gran “trifachito” con aspiraciones de plantar cara a Sánchez y gobernar algún día; la segunda al aceptar a regañadientes el estado de alarma propuesto por el Gobierno para tratar de controlar la pandemia (aunque según el líder popular el estado de excepción no pueda superar “en ningún caso las ocho semanas”); y una tercera al tener que asumir que su enésima conspiración en Bruselas contra Moncloa se ha visto frustrada al ser enmendada a la totalidad por Ursula von de Leyen. Esa mujer que ha tenido que venir a poner las cosas en su sitio y a ratificar que España no es un Estado fallido; que el compromiso de Bruselas en la reconstrucción de nuestro país es inequívoco en orden al principio de cohesión y más allá del obstruccionismo de los países supremacistas del norte; y que ninguna maniobra en la sombra va a conseguir paralizar unas ayudas que se antojan fundamentales para que millones de españoles puedan superar la miseria, el hambre y la enfermedad.