Cuando se habla de Universidad, hay que referirse también a su situación geográfica, su entorno económico y sus circunstancias sociales, porque cualquier Universidad está integrada, se quiera o no, en la sociedad.
Cuando se habla de Sociedad hay que describirla en términos de su situación económica y, además de su potencial, y el potencial de una sociedad está marcado por la formación de su ciudadanía.
Por eso, Universidad y Sociedad tienen sus destinos unidos, marchan acompasados y se integran, al margen de su gestión independiente, hasta un nivel en que es difícil separarlos. Así, pretender desligar la Universidad de la Sociedad donde se localiza, no puede terminar en otra cosa que en dar una lectura parcial, incompleta, fallida y alejada de la realidad.
El Informe correspondiente al año 2019 de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, que preside Ana Patricia Botín, no deja de ser un documento que hay que saber exponerlo adecuadamente para poder ser leído he interpretado en su versión, espero, que real sin ninguna otra intención que la científica. Lo contrario es banalizarlo y convertirlo en un sin sentido.
Cuando se dice que «según los registros de afiliación a la Seguridad Social, los sistemas universitarios regionales con mejores datos son Navarra y País Vasco, seguidos de Madrid y La Rioja. En el otro extremo se localiza claramente a Andalucía, seguida de Extremadura y Murcia», lo que se hace es olvidar las realidades sociales de cada Comunidad Autónoma.
Si se toman los datos que ofrece en el último trimestre el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre las tasas de paro por sexo y comunidad, se obtiene la siguiente tabla ordenada:
Curiosamente, Navarra, País Vasco y La Rioja coinciden al ser las de menor tasa de paro. Y por abajo, Andalucía (que debe incluir Ceuta y Melilla, ya que estas Ciudades Autónomas corresponden con los distritos universitarios andaluces) y Extremadura, las de mayor tasa de paro.
Usar como indicador la Tasa de Afiliación a la Seguridad Social, tendrá el sesgo de lo geográfico que habrá que considerar.
Por otra parte, cuando se habla de la Universidad de Loyola no se puede olvidar, al menos deliberadamente, que comienza a impartir sus estudios en Andalucía en el curso académico 2013-2014. Por tanto, su primera promoción de egresados concluye sus estudios en el curso académico 2017-2018. En algún momento habrá que decir, y es algo que no va en menoscabo de la Universidad de Loyola, que los datos a los que se hace referencia en Andalucía corresponden a una sola promoción, a la primera y única hasta ese momento.
Cuando se quieren extraer conclusiones a partir de los datos de un informe, cuando además ese informe no llega a tales conclusiones podríamos estar socialmente ante un “castigo” del Banco de Santander a Cádiz.
Un castigo o menosprecio a la Sociedad y a la Universidad de Cádiz (UCA) por los hechos ocurridos recientemente en el colmo de la incompetencia, un juego extraño del Banco Santander, o vaya usted a saber las intenciones de la operación que dejó a cero cuentas corrientes y, posteriormente, la burla del vídeo sobre la limpieza de los cajeros automáticos de dicho banco en tono de «humor crítico gaditano», sin lugar a duda cierto.
A la feminista Ana Patricia Botín se le olvida, vía su Fundación Conocimiento y desarrollo, valorar en las distintas Universidades y, como consecuencia, en la sociedad, los trabajos de formación sobre Igualdad Real desde el feminismo, sobre violencia de género, Derechos Humanos, solidaridad, tolerancia, trabajos literarios, ensayos sobre análisis del Coronavirus, revistas universitarias, trabajos de máster, cursos de verano especiales sobre igualdad real superior, los excelentes trabajos didáctico que la UCA en su facultad de Ciencias de la Educación y otras desarrollo durante el bicentenario de la creación de la Constitución española del 12 de marzo de 1812 por las Cortes de Cádiz, promulgada el 19 del mismo mes y año, conocida popularmente como la Pepa.., trabajo que resultó ser, tanto en su contenido como en su difusión, de un gran valor para la formación humanista y constitucional no solo de la sociedad gaditana, sino para la española en general. Digno igualmente de resaltar es el hecho de la contratación de más de 100 investigadores en un momento en el que la investigación ha demostrado que es clave para la sociedad.
Para paliar en lo posible la situación de tasa de desempleo en Cádiz la influencia de la universidad, la UCA, en este punto es un instrumento de desarrollo para paliar esa situación social histórica de la que, tal vez, el Banco Santander y el capital deshumanizado sean directamente cómplices necesarios si se considera la aplicación antisocial de sus negocios. Cuántas empresas desmanteladas, cerradas, maltratadas o trasladadas pieza por pieza, como el caso del traslado de Delphi a Marruecos con la presunta intervención de ex presidentes de gobierno y el ex monarca, un caso pendiente de investigar, se lo recuerdo a los medios locales por si fuera de su interés, aunque por una vez le dejasen salirse a sus magníficos profesionales en general de la línea editorial.
Cargar contra la Universidad de Cádiz y, como consecuencia, contra su sociedad es atrevido y cruel por parte de la fundación del Banco Santander y que se le haga caso sin más, desde el respeto, ya es cuestión de conciencia de los editores.
Además de Delphi, Cádiz lleva sufriendo durante años la deslocalización de empresas o el cierre de éstas. Además de la constante amenaza que supone la paralización de la actividad en los astilleros y de sus efectos en las empresas auxiliares de la Bahía, los empresarios del sector del metal controlan su producción eliminando la posible protesta de los trabajadores con la amenaza de un cierre patronal. Por otro lado, la central térmica de Viesgo anunció su cierre, los call centers que operan en Cádiz están bajo el constante peligro de su deslocalización a Latinoamérica, Visteon cerró su planta en Puerto de Santa María, Eastman Chemical cerró en San Roque, y así un largo etcétera, como el reciente caso de la aeronáutica de Alestis en sus plantas, del Puerto y Puerto Real, coloca el tejido productivo de Cádiz en una situación precaria que, evidentemente, se traslada luego al desarrollo de su sociedad.
Cuando se pretende leer entre líneas para hacer llegar una información habría que conocer en profundidad los hechos que lo mueven desde «arriba» y, en este caso, igualmente desde el escaso rigor de la Fundación del Santander al reflejar los datos publicados por el medio local de referencia.
Tal vez si la presidenta del Banco Santander conociese puntualmente el número de cuentas corrientes que mantiene en su entidad la sociedad gaditana, en general, y la Universidad de Cádiz, en particular, haga que los datos que aporta sin rigor sociológico y humanista la señora Botín fuesen distintos el próximo año. Una ayuda a las empresas también ayudaría. ¡Anímese Señora Botín!