Esta semana se ha celebrado la Semana Europea de la Movilidad, una iniciativa de la Comisión Europea que pretende poner de manifiesto el valor del sector de la movilidad y su transformación hacia modelos más sostenibles. Precisamente en esta edición, la efeméride ha destacado un tema que ha suscitado muchas opiniones dentro del sector a lo largo del último año: la eficiencia energética y cuáles son los retos a los que nos enfrentamos para lograrla.
España, a la cola de Europa en electrificación
En 2022 la compra de coches eléctricos en España creció un 37% con respecto a 2021. Sin embargo, ha representado un 9% del total de ventas de vehículos, frente al 21% de la media europea. En cuanto al parque de vehículos eléctricos, Bloomberg recoge que en 2022 los vehículos eléctricos representaban menos de un 1% sobre el total del parque de vehículos. Por delante de nosotros, casi todos los países de Europa: Noruega (27%), Países Bajos (5.6%), Bélgica (4.5%), Alemania (4%), Francia (2.7%) o Portugal (2%).
Ahora bien, el escaso avance no radica sólo en la escasez de ayudas y concienciación: la falta de puntos de carga y baterías es un punto clave en la lenta transformación que se está produciendo del sector. Según ANFAC, en 2030 serían necesarios 270.000 cargadores en España para llegar al objetivo de emisiones que plantea la Comisión Europea (Fit for 55). Actualmente contamos con unos 22.760.
Último barómetro de la electromovilidad
Además, en su último barómetro de la electromovilidad, publicado esta misma semana, se refleja un lento crecimiento en España en cuanto a infraestructura de recarga en el último trimestre, solo por detrás de Hungría. A esto hay que sumar el gran número de puntos de recarga de acceso público que no se encuentra disponible en nuestro país. ANFAC cifra este valor en 6.700, y destaca que las causas son debido a averías o por estar a la espera de recibir una conexión a la red. Alcanzar estos objetivos de descarbonización en movilidad por carretera pasa por crear un parque de vehículos eléctricos y una red de puntos de carga mucho más ambiciosos de los que tenemos ahora en España.
En el mercado existen actualmente cargadores que llegan a alcanzar los 400kW de potencia, con tecnologías que llevan la delantera a los vehículos eléctricos. Este avance en cargadores garantiza una carga ultra rápida con tiempos de carga menores a 20 minutos. Asimismo, hay numerosas empresas, tanto europeas como españolas, que instalan y operan estos puntos, que con sus softwares de gestión y operación garantizan la disponibilidad y buen funcionamiento de estos.
Esta combinación de tecnología y experiencia de operadores permitirá cubrir con creces las necesidades de los usuarios de vehículos eléctricos.
Persiguiendo el modelo europeo
En el caso de Francia, grandes cadenas como Carrefour o McDonald’s han sacado concursos a gran escala para la instalación de puntos en los aparcamientos de sus establecimientos situados en entornos interurbanos y en grandes centros comerciales. Estas iniciativas de Francia, aunque tienen un impulsor privado, se han visto respaldadas por políticas públicas, como la normativa de instalación de puntos de carga en un 2 % de plazas de aparcamiento, así como por subvenciones y ayudas públicas (programa ADVENIR).
Alemania, por su parte, ha optado por un sistema que fomenta la participación privada a través de un concurso público. Este contrato tiene como objetivo garantizar una red de carga a nivel regional y en la red de autopistas, con alrededor de 1.000 ubicaciones y más de 8.000 puntos de carga.
En España, actualmente, hay proyectos a pequeña y mediana escala en marcha basados en ambas alternativas (concursos públicos a nivel local e iniciativa privada como la alianza entre Ikea y Acciona). Sin embargo, es necesario que en el corto-medio plazo la inversión en el sector crezca para poder satisfacer necesidades de los usuarios. En este sentido, tendremos que esperar para ver cuál de los dos modelos predominará en España o si, por el contrario, se optará por un modelo híbrido.
Utilización baja de la red
En la parte baja de los precios, la recarga más barata por esos casi 20 kW es de 4,19 euros en España frente a los 1,4 euros en Portugal. La media es de 4,19 euros en Portugal y de 9,38 euros en España, lo que supone que los españoles pagan una media de entre un 70% y un 130% más.
Los elevados precios de algunos puntos de recarga públicos contribuyen a que su grado de utilización sea bajo, de alrededor del 5,7%, según el último informe de Aedive. A ello se suma que además de la red de 25.106 puntos de recarga públicos existentes en el primer semestre haya 6.800 inactivos debido a problemas burocráticos de tramitación de permisos con las administraciones.
Red de puntos fragmentada
Tras los altos precios que se llegan a cobrar en la red de recarga en España se encuentra un hándicap importante, que consiste en la falta de información conjunta del estado de la red y en las dificultades de interoperabilidad entre puntos, algo que en Portugal y otros países ya han resuelto. En España está pendiente de desarrollo una plataforma pública con la información de todos los puntos públicos, aunque cada uno de ellos funciona con sus aplicaciones y condiciones.