Felipe Benjumea destapa la estrategia del Santander para conseguir solvencia

Claudia Moreno / Esteban Cano
15 de Febrero de 2018
Actualizado el 17 de septiembre de 2024
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En Diario16 ya hemos publicado en diferentes ocasiones en referencia a la operación del Banco Popular que la situación real del Banco de Santander no era tan pródiga como podría parecer a primera vista. Sus resultados así lo demuestran y la deflación de los beneficios es una constante en los últimos años. En este proceso de reducción del beneficio viene propiciado por los movimientos del mercado, la situación macroeconómica de mercados clave para el Santander como, por ejemplo, Latinoamérica o Reino Unido y por acontecimientos como el Brexit. A todo esto hay que sumar las provisiones que tuvieron que hacer todas las entidades tras la explosión de la burbuja inmobiliaria en España, el incremento de las ratios de morosidad y las indemnizaciones por los cambios de normativa como, por ejemplo, las cláusulas suelo. Ante esta situación, la presidenta del Banco de Santander necesitaba dar un impulso y buscar soluciones. Además de movimientos de traslado de sedes, expedientes de regulación de empleo o cierre de oficinas el Santander necesitaba más para poder seguir siendo uno de los bancos más importantes del mundo y mantener su categoría de banco sistémico. Por eso se hizo con el Popular, de la manera en que se está contando en estas páginas. Gracias a la que era la sexta entidad financiera española, el Santander ya ha logrado un beneficio de 5.000 millones de euros con la venta del 51% de la cartera inmobiliaria del Popular, una reducción de 5.000 millones de euros en impuestos por los créditos fiscales del Popular, un incremento de depósitos de 60.000 millones de euros y, sobre todo, una cartera de negocio pequeña y mediana empresa que ha convertido al Santander en líder del sector en ese nicho de clientes. Según se puede colegir de los movimientos de la entidad cántabra, de su presidenta y de su equipo más cercano —Rodrigo Echenique, Francisco Javier García-Carranza Benjumea, José Antonio Álvarez y su mano derecha Rami Aboukhair—, otro procedimiento que está utilizando el Santander para conseguir una mayor solvencia es la captación de patrimonio a través de la intervención de empresas del sector tecnológico de valor añadido. Diario16 ya ha demostrado cómo a través de la imposición de Miguel Zorita se está intentando llevar a la empresa epecista asturiana Duro Felguera a una situación límite que permita una venta sobrevalorando el valor de la tecnología de Duro dado que la tasación de los patrimonios tecnológicos son muy fáciles de manipular al alza, sobre todo teniendo en cuenta que la tecnología de la empresa asturiana esta catalogada, en algunas de sus líneas de negocio, como estratégica para la seguridad mundial. No obstante, este procedimiento no es nuevo estando el Santander por medio y, sobre todo, con la alargada sombra de Francisco Javier García-Carranza Benjumea, el ejecutor/verdugo de Ana Patricia Botín, sobrevolando por todo el proceso. Lo mismo que está ocurriendo en Duro Felguera ocurrió en el año 2015 con Abengoa. Mientras el anterior presidente, Felipe Benjumea, solicitaba apoyo a Rodrigo Echenique para una ampliación de capital de 650 millones de euros, un García-Carranza recién aterrizado en la entidad cántabra procedente de Merril Lynch, junto con Echenique, decidían que había que apartar a Benjumea de la presidencia del grupo sevillano. En principio cambiaban la cabeza del tío de Javier García-Carranza por ayudar en la situación financiera de Abengoa. En septiembre, Felipe Benjumea cesaba como presidente, pero no se dio luz verde a la inyección de capital, tratando que fuera una empresa externa la que se encargara del salvamento de la corporación sevillana. Finalmente, tras diferentes vicisitudes, el Santander colocó en la presidencia de Abengoa a Gonzalo Urquijo después de introducirlo como asesor del Consejo de Administración en el verano de 2016. Urquijo, además, despacha habitualmente con García-Carranza en la propia sede de Abengoa. El Santander, además, ha vendido casi todas sus acciones de la empresa sevillana. Es el máximo acreedor y ha colocado a un hombre suyo que antes fue asesor del Consejo de Administración. Como pueden comprobar el planteamiento es exactamente el mismo que se está aplicando en Duro Felguera. Así lo ha denunciado Felipe Benjumea en el juicio que se celebra estos días por la caída de la empresa sevillana, en concreto que el Santander impuso al Consejo de Administración de Abengoa como condición innegociable su cese como presidente, algo que provocó, según Benjumea, un «daño brutal» a la multinacional. Posteriormente a la salida del presidente en 2015, también impusieron a un asesor especial, al igual que se está haciendo en Duro: en Abengoa fue Gonzalo Urquijo; en Duro es Miguel Zorita. Se trata del nuevo sistema del Santander para hacerse con el control de empresas estratégicas, como lo es Abengoa o Duro Felguera. Incluso es el mismo sistema que se utilizó con el Banco Popular, con sus correspondientes matices por la diferencia del perfil de la compañía a controlar por el banco cántabro, tal y como se está exponiendo en Diario16. Hay que recordar que el propio García-Carranza presume en círculos íntimos de que la operación para hacerse con el Popular se gestó en su despacho. Tanto García-Carranza como Rodrigo Echenique prometieron a Abengoa ayuda en la ampliación de capital de 650 millones de euros a cambio de la salida de Felipe Benjumea, promesa que incumplieron, puesto que no apoyaron esa operación tras la salida del presidente de Abengoa. Esto es lo que ocurrirá en Duro Felguera si Ángel del Valle cediera a las presiones de Zorita y del Santander. Como podemos comprobar, el patrón es el mismo. Tanto Abengoa como Banco Popular y Duro Felguera están sufriendo el mismo modus operandi. Presión al Consejo de Administración para cesar a los presidentes y colocar a una persona de confianza en los órganos de alta dirección para que se ejecuten las estrategias que interesan al Santander. Como es el mismo patrón estratégico, el cerebro debe ser el mismo y estar dentro del círculo de confianza de la presidenta de la entidad cántabra, un verdadero depredador, una persona implacable y sin piedad con las consecuencias o los daños colaterales que pueda generar la implementación de dicha estrategia. Esa persona tiene nombre y apellidos y se llama Francisco Javier García-Carranza Benjumea, sobrino de Felipe Benjumea y a quien no le tembló el pulso para sacar a su propia familia de la multinacional sevillana y, de este modo, beneficiar al Santander. Si se ataca a la propia familia, ¿qué interés pueden tener para García-Carranza las 300.000 familias arruinadas del Popular, los casi 20.000 puestos de trabajo perdidos en Abengoa o los 2.000 que se perderán en Duro Felguera si finalmente el lacayo Zorita lleva a efecto el plan marcado? La crueldad de estas operaciones sólo está justificada por la alta necesidad de solvencia del Grupo Santander, una crueldad que ya está pasando factura en los órganos ejecutivos de la entidad cántabra y que se puede volver en contra de su presidenta en un espacio muy corto de tiempo.

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