Las condiciones laborales de Banco Santander provocan graves problemas de salud a sus trabajadores

19 de Abril de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Depresion salud mental trabajadores

La pandemia del coronavirus ha puesto en la actualidad la importancia de cuidar la salud mental en todos los ámbitos. Además, para concienciar a la sociedad sobre este asunto, los problemas hechos públicos por estrellas del deporte como Simone Biles o Naomi Osaka han ayudado a hacer ver a la gente la importancia, precisamente, de cuidar de los problemas psicológicos.

Por ejemplo, en el caso de grandes deportistas de élite, que deberían estar acostumbrados a gestionar la presión y el estrés provocado por la exigencia de cumplir con objetivos y expectativas, se han hecho públicos grandes problemas para gestionar esa presión. Además de Biles y Osaka, deportistas como Michael Phelps, Andrés Iniesta, Raven Sounders, André Agassi o Ricky Rubio no tuvieron reparo en ocultar que habían sufrido problemas de salud mental a pesar de que están entrenados para intentar soportarlo.

Un ambiente laboral hostil puede ser demoledor para los trabajadores. Eso es lo que pasa en muchas empresas del mundo donde los resultados se convierten en un hacha que va destrozando las cabezas. El caso de France Telecom, donde se produjo una ola de suicidios, fue una alarma a la que nadie hizo caso, incluidas aquellas compañías que presumen que son los mejores lugares donde trabajar, como es el caso del Santander.

Crisis de ansiedad, depresiones y otras consecuencias mucho más graves son las que sufren los empleados del Santander porque el banco sigue sin realizar una evaluación adecuada de los riesgos psicosociales derivados de las condiciones de trabajo a las que se ven sometidos los trabajadores, sobre todo después de los diferentes Expedientes de Regulación de Empleo en el que las cargas de trabajo han aumentado en la práctica totalidad de las oficinas.

La salud de la plantilla es el mejor activo que tiene cualquier empresa. Unos trabajadores con salud son la mejor herramienta para aumentar la productividad. Por eso es fundamental que las compañías cuiden estos aspectos. En cada sector existe una serie de preocupaciones sobre la salud y la seguridad en el puesto de trabajo. Evidentemente, no es lo mismo una empresa de construcción que un banco. En una entidad financiera la principal preocupación está en los riesgos psicosociales puesto que las enfermedades laborales más comunes en el sector son las derivadas del estrés y del exceso de carga de trabajo.

Sin embargo, en el Santander no se cuidan esos riesgos psicosociales y, según informan a Diario16 fuentes de los trabajadores, el banco sólo mide estos riesgos a través de una encuesta que no es de obligado cumplimiento y que incluía preguntas muy genéricas respecto a dolores de cabeza, problemas digestivos, ansiedad, cambios frecuentes de humor, trastornos del sueño o consumo de medicamentos. Además, según las fuentes consultadas, no se realizan estos test desde el año 2019 porque las encuestas de satisfacción que se ejecutan en la plantilla no son sustitutivas de un estudio serio de riesgos psicosociales.

En una situación normal, este hecho es muy grave. Sin embargo, si se le suman las consecuencias en la salud mental que ha tenido la pandemia, tanto a nivel personal como profesional, la falta de diligencia del Santander en este asunto es, directamente, una grave falta de responsabilidad hacia la plantilla.

Por otro lado, este modelo de evaluación de los riesgos psicosociales es insuficiente, según han denunciado en diferentes ocasiones la mayoría de los sindicatos con representación. Hay que recordar que, en el caso de que un empleado respondiera afirmativamente a estas preguntas, quedaría demostrado que su salud está en peligro. Sin embargo, al ser una encuesta voluntaria no se puede realizar un estudio real sobre la situación de la plantilla del Santander.

La realidad es que, con ese tipo cuestionario, el banco pretende cubrir formalmente con lo exigido por la ley. Sin embargo, no contempla ningún tipo de cuestión que permita evaluar los efectos de los ritmos de trabajo, las presiones por parte de jefes tóxicos o las diferencias existentes entre las diferentes áreas de trabajo del banco. Este método utilizado por el Santander no identifica los riesgos reales para la salud psíquica que las actitudes tóxicas de los mandos intermedios provocan en los trabajadores y trabajadoras y, por tanto, al no existir un baremo de evaluación correcto no se pueden implementar medidas correctoras.

Tampoco se evalúan cuestiones externas que generan riesgos psicosociales como, por ejemplo, la falta de personal (sobre todo tras los dos últimos ERE), la presión para la consecución de objetivos o las inasumibles cargas de trabajo configuran un entorno laboral que deriva en enfermedades psíquicas que quedan ocultas o que no levantan alarmas.

Las fuentes consultadas señalan que los sindicatos, además, llevan años proponiendo al Santander un cambio del cuestionario y que se incluyan los parámetros propuestos por el Instituto Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo, un método de evaluación que cuenta con la validación de las autoridades laborales para la detección y la prevención de los riesgos psicosociales.

Por otro lado, trabajadores consultados por Diario16 mencionan el elevado volumen de medicación que la plantilla del Santander toma contra el estrés, la ansiedad o la depresión.

En realidad, el banco presidido por Ana Patricia Botín se aprovecha del miedo de los trabajadores a afirmar abiertamente que tienen un problema por si ese reconocimiento pudiera significar la toma de algún tipo de represalia como la pérdida del puesto de trabajo o la inclusión en el siguiente ERE.

«Estamos ante un riesgo a largo plazo», señalan las mismas fuentes, que, además, es invisible. No es lo mismo que un empleado se rompa una pierna, lo que le impide acudir a su puesto de trabajo, a trabajadores con cuadros de ansiedad o de depresión que se puede ocultar o que puede estar oculto para al trabajador.

Empleados consultados por Diario16 nos han hablado de la depresión sonriente, un tipo de patología muy peligrosa porque ni el afectado ni su entorno identifican que se puede estar sufriendo una enfermedad y que, según la psiquiatra Olivia Remes, «la fuerza que tienen para continuar con su vida diaria puede hacer que sean especialmente vulnerables para llevar a cabo planes de suicidio. Esto contrasta con otras formas de depresión, en las cuales las personas pueden tener ideas suicidas, pero no suficiente energía para actuar en base a sus intenciones».

Existe ese problema latente que no tiene visos de ser resuelto por parte de la entidad presidida por Ana Patricia Botín y que está poniendo en riesgo la salud de su propia plantilla.

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