El Gobierno del PP, vía el ministro Luis de Guindos, planificó la operación de la ruina y venta posterior del Banco Popular a Bankia, con el fin de conseguir las plusvalías necesarias para cumplir el plan de Rescate de la antigua Caja Madrid en el año 2019, año previsto y asegurado a la Unión Europea. Goirigolzarri, al margen de la misma, por ética, no ha querido intervenir directamente en la operación. Para tal fin el ministro De Guindos ha y está utilizando a instituciones como la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el Banco de España, la consejera Calderón, otros consejeros, empresas financieras premiadas en otras operaciones como JP Morgan y al socio mexicano Antonio Del Valle y su grupo, al que ahora dejarán fuera, porque considera que, por los beneficios obtenidos con su intervención, como la de los socios locales aliados, está ya bien pagado. Para vigilar y ejecutar la operación buscó a su amigo Emilio Saracho, un banquero de negocio y liquidaciones, sin ninguna experiencia como banquero comercial con vocación de mejorar desde el propio banco la situación que dicen heredó. En 2012 llegó el rescate que el gobierno niega que sea un rescate. Bankia fue nacionalizada y Rodrigo Rato fue destituido para poner al frente de la entidad a José Ignacio Goirigolzarri. Ese rescate supuso a los españoles un total de 12.346 millones de euros, según el Tribunal de Cuentas. En este tiempo el ex directivo del BBVA ha ido encauzando la entidad con la intención de ponerla en el camino de la privatización que tendrá que darse, como muy tarde, en el año 2019. Los resultados de Bankia han ido mejorando a lo largo de estos 5 años y ya se encuentra en beneficios. Este hecho y que sea el Estado el máximo accionista está haciendo que se la esté utilizando para el «rescate» de otras entidades en apuros a través de la compra por parte de Bankia de dichas entidades. Ahí tenemos el caso de BMN o del Banco Popular. Sin embargo, a pesar de las presiones ejercidas desde sectores económicos, empresariales y gubernamentales, José Ignacio Goirigolzarri está aplicando la lógica de quien ha sido banquero durante toda su vida. Estudiar las operaciones y no lanzar a Bankia hacia aventuras que llevaron a las cajas de ahorro a la ruina. La presión más fuerte para meter a Bankia en estas operaciones de compra viene de parte del Ministerio de Economía quien, ante las presiones de Europa, busca a través de la adquisición de otras entidades rentabilizar el dinero del rescate, dinero del que ya se da por irrecuperable la cantidad de 23.600 millones de euros. Ya hemos informado en Diario16 de la operación bajista que desde el interior del Banco Popular se está gestando para alcanzar un precio que a las entidades interesadas en la compra del banco les parezca atractivo. Sin embargo, Goirigolzarri, a pesar de los cantos de sirena, de las promesas de que el gasto de la compra se duplicará o triplicará en un corto plazo de tiempo, se niega a embarcarse porque no quiere volver a meter a Bankia en una operación en la que los beneficios no están totalmente garantizados y a él se le encomendó una misión: reflotar Bankia hasta la privatización en 2019. Hay que recordar cosas que ocurrieron durante la etapa anterior al rescate con Blesa o Rato: la financiación de grandes proyectos empresariales que luego resultaron un fracaso y que, además, supusieron un elevado coste a las arcas públicas por las cláusulas de responsabilidad firmadas entre grandes constructoras o corporaciones y el Estado. En esas operaciones (Castor, Autopistas de Peaje, por ejemplo) no sólo ha perdido el Estado, sino que Bankia fue una de las entidades que perdió miles de millones de euros. La presión del Gobierno a través de su ministro de Economía —recordemos que era el Director de Lehman Brothers en España y Portugal cuando se destapó su quiebra por el escándalo de las sub prime— hacia Bankia para que se haga con el control de entidades como el Popular tiene intenciones ocultas porque el banco no necesita un rescate sino que lo que se busca a través de la operación bajista es desguazar la entidad y que Bankia obtenga unas plusvalías a finales de 2017 de más de 10.000 millones de euros. Esta es la razón por la que el ministro y los que están implicados en la operación están creando un escenario de temor en los mercados que está provocando ventas de acciones y movimientos a corto que lo que hacen es rebajar su valor hasta el límite por el que el precio sería atractivo. Pongamos un ejemplo. Imaginemos que tanto los accionistas mexicanos como sus necesarios colaboradores llevan el valor de Popular a 0,30 euros la acción y Goirigolzarri aceptara la compra por un valor de 2.000 millones de euros. Por la inercia del mercado en pocos días esa acción alcanzaría un valor de 1 euro por lo que la plusvalía sería de más del 150%. Bankia habría ganado 3.000 millones. Esa tendencia alcista se mantendría hasta final de año hasta alcanzar los 10.000 millones. Sin embargo, hay un hecho que nos comentaron pequeños accionistas y que desvela que los movimientos bajistas buscan, precisamente, provocar la venta: el valor del Popular en sus libros está en 10.000 millones mientras su valor en bolsa actual es de apenas 2.000. Alguien quiere ganar en poco tiempo 8.000 millones de euros y eso es lo que se le está vendiendo a Goirigolzarri. El ministro, además, tiene otros intereses, esta vez más políticos que económicos para intentar convencer al presidente de Bankia para que compre el Popular. Esa reactivación del valor del banco, una vez adquirido por Bankia, y el beneficio obtenido facilitaría claramente que en el 2019 la entidad pudiera ser privatizada, tal y como está comprometido con Europa. Esa operación sólo sería posible con el Banco Popular por la fortaleza de esta entidad en el mercado y por los resultados positivos que se generarían para el 2017 y 2018. La operación está diseñada con una maestría de cirujano. Sobre el papel hasta podría definirse como brillante. Aquellos que son responsables de la misma continuarían sacando grandes beneficios mientras que mucha gente se haría millonaria en bolsa, esa gente que tiene información privilegiada incluidos políticos, ex políticos que dirigen grandes despachos y que hacen lobby para las élites e, incluso, personas cercanas al Banco de España o la propia CNMV. Además, los actuales grandes accionistas del Popular que son los responsables de los movimientos bajistas, tanto nacionales como extranjeros, se beneficiarán tanto de la compra como de las plusvalías por el precio mínimo que pudiera exigir Bankia si Goirigolzarri cediera a las presiones gubernamentales y no mantuviera su lógica negativa actual. La actitud del Ministerio de Economía, de la CNMV y del propio Banco de España al mirar hacia otro lado en operaciones que, a los pequeños ahorradores, a los pequeños accionistas y a los trabajadores de entidades como el Banco Popular les va a provocar graves perjuicios económicos o la pérdida de sus puestos de trabajo, es irresponsable. Lo mismo que la presión sobre otras entidades bancarias para que compren a los bancos desguazados por aquellas operaciones bajistas para poder cumplir con objetivos impuestos desde instituciones a las que no les importa ni los clientes, ni los accionistas, ni los pensionistas, ni los trabajadores.
Las lógicas resistencias de Goirigolzarri a comprar el Popular
27
de Octubre
de
2017
Actualizado
el
23
de octubre
de
2024
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