Elon Musk, el niño bonito de Donald Trump (hasta que deje de serlo), ha sido demandado por la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) por no revelar adecuadamente su propiedad de X, entonces conocida como Twitter. Esta ocultación permitió al hombre más rico del mundo comprar acciones de la red social a «precios artificialmente bajos».
Según se indica en la demanda, antes de cerrar su acuerdo de 44.000 millones de dólares para comprar Twitter en octubre de 2022, Musk adquirió una «cantidad significativa» de acciones de la red social. En marzo de 2022 ya controlaba más del 5% de las acciones ordinarias de la empresa y estaba obligado a revelarlo a la SEC en un plazo de 10 días naturales. Musk no reveló esa información, según la SEC, y lo hizo porque, de haberlo hecho, el precio de esas acciones se habría disparado.
La demanda, presentada en un tribunal federal de Washington, señala con claridad que Elon Musk «pagó a los inversores de Twitter por debajo de los 150 millones por sus compras de acciones ordinarias de Twitter durante este período».
Musk ya tuvo problemas con el regulador de valores estadounidense porque se presentó a testificar sobre la investigación.
La reacción del magnate, a través de su abogado, ha sido la de cualquier trumpista: presentarse como víctima de una conspiración.