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El acto de contrición de Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno camina entre aguas turbulentas y con actuaciones en las que, por un lado, dignifica a España y, por el otro, la sume en el oscuro páramo de la infamia

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Pedro Sánchez ha logrado, en tan solo 48 horas, poner a España en el lado correcto de la historia con el reconocimiento del Estado de Palestina y llevarlo al sendero de la infamia con la aprobación de la Ley Sánchez de Amnistía.

Según la teoría de los vasos comunicantes, ahora tendría que volver a actuar de un modo en el que el pueblo español no sienta el desprecio derivado de la ejecución de una de las mayores felonías cometidas por un presidente del Gobierno español desde la restauración de la democracia…, y eso que Aznar dejó el listón muy alto.

Una opción que tiene presente Pedro Sánchez para dignificar nuevamente a España ante las demandas ciudadanas se encuentra en la economía, sobre todo después del fracaso absoluto de su gestión. Más allá de lo que comunique el aparato de propaganda monclovita, la realidad es que en la España de Sánchez el empobrecimiento de las clases medias y trabajadoras está llegando a límites insospechados. Desde la Transición hasta los días actuales, jamás se había vivido el terrible escenario en el que los trabajadores con empleo se ven obligados a acudir a los servicios sociales o de caridad para poder sobrevivir. No se trata de un caso aislado, son millones de familias las que se encuentran por debajo de los umbrales de pobreza.

Por su propia naturaleza personal, a Pedro Sánchez le gusta mucho encabezar iniciativas en las que poder mostrarse como lo que no es pero que él cree que es: un estadista. Esa es la razón por la que tiene ante sí la oportunidad de entrar en la categoría de los hombres que entran en la historia por hacer un bien a la humanidad. La oportunidad está en la economía.

España es miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un organismo que durante más de 60 años ha ejercido el control sobre la gestión de las negociaciones fiscales internacionales. En ese tiempo, los avances logrados para poner fin al abuso fiscal transfronterizo han sido exiguos. Ese es el camino para Pedro Sánchez, lograr que los gobiernos recuperen los más de 480.000 millones de dólares que pierden cada año por culpa de la evasión y la elusión fiscal, además de por los mecanismos que las propias leyes permiten para que la minoría del 1% esconda su dinero en paraísos fiscales.

Pedro Sánchez, que se autoproclama como progresista cada vez que tiene ocasión (aunque aún no lo ha demostrado más allá de los argumentarios de sus distintos aparatos de propaganda), tiene abierto un escenario en el que puede liderar una verdadera revolución social respetando los límites democráticos. Es más, una revolución en la que se apliquen los verdaderos principios de la democracia real.

El escenario está en la OCDE y en las Naciones Unidas. Mientras avanzan las negociaciones sobre un nuevo convenio fiscal marco en la ONU, el liderazgo de la OCDE en el establecimiento de normas sobre tributación internacional está por primera vez en duda.

La OCDE, como organismo cuyo único mandato es representar los intereses de las 38 economías avanzadas que la componen, nunca fue un foro apropiado para abordar un problema que es, por naturaleza, global.

Los países que componen la OCDE son responsables de facilitar la gran mayoría de las pérdidas de ingresos debido al abuso fiscal internacional. En consecuencia, tienen un gran interés en impedir el tipo de reforma radical que tanto se necesita.

Pedro Sánchez tiene la oportunidad de ponerse del lado de la ciudadanía del mundo porque la OCDE ha demostrado con creces que no es apta para liderar negociaciones sobre cooperación fiscal internacional. Los españoles se sentirían orgullosos de tener un presidente que se pone del lado de la mayoría, del 99% de la humanidad que ve cómo el 1% restante está destrozando el estado del bienestar y los servicios públicos.

El presidente del Gobierno español es economista. Por tanto tiene formación para entender que las soluciones de la OCDE para generar una mayor justicia fiscal que se sustentan sobre dos pilares son absolutamente insuficientes e inoperativas.

El primer pilar tiene como objetivo reasignar los beneficios de las empresas multinacionales a las jurisdicciones donde se encuentran los consumidores. De este modo, se pretende contrarrestar la práctica de transferencia de ganancias que se encuentra en el corazón del abuso del impuesto corporativo, tal y como sucede en la Unión Europea con las grandes corporaciones tecnológicas que tienen su domicilio fiscal en Irlanda o Luxemburgo.

El segundo pilar de la OCDE establece un impuesto corporativo mínimo del 15% para evitar, en teoría, la carrera hacia el abismo generada por una competencia fiscal disfuncional, es decir, la estrategia que defienden los neoliberales radicales que en España tienen como referencia a Isabel Díaz Ayuso.

Sin embargo, la realidad es que el primer pilar se limita a una pequeña fracción de los beneficios de las multinacionales más grandes, mientras que la tasa del 15% terminará siendo un techo en lugar de un suelo, lo que exacerbará el problema que pretende resolver.

Como economista, Pedro Sánchez debería saber que estudios realizados por eminentes personalidades del mundo de la economía, algún premio Nobel incluido, demuestran que las soluciones de la OCDE contra el abuso fiscal tendrían muy poco impacto real en el bienestar de la ciudadanía, mientras que los beneficios que pudieran derivarse irían casi en su totalidad a los países ricos.

Sánchez, ante esta insuficiente propuesta de solución al abuso fiscal internacional, tiene la oportunidad de liderar la inclusión de las economías en desarrollo y de los países más pobres en las negociaciones globales del nuevo marco.  

Aunque la inclusión total no es algo nuevo, ya que fue establecida en 2016 para, en teoría, facilitar la participación de países no miembros de la OCDE en la iniciativa «Erosión de la base imponible y transferencia de beneficios», las propuestas presentadas por el G24 en representación de los países en desarrollo fueron ignoradas en favor de un acuerdo negociado bilateralmente por Estados Unidos y Francia. Fue en este contexto que el Grupo Africano optó por presentar la Resolución 78/230 para el inicio de conversaciones sobre un proceso más inclusivo en la ONU.

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