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El lavado de manos de Semmelweis aportación mundial a la medicina, salva millones de vidas

02 de Agosto de 2020
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manos

Esta es una historia pocas vecescontada.

En la actualidad, la higiene de lasmanos es el factor individual más importante para el control de las infecciones,un ejemplo es la recomendación para evitar la trasmisión del coronavirus.

Aún en nuestros días, el lavado demanos es realizado sólo un tercio a la mitad de lo frecuente que debería serhecho. Es difícil entender que un hecho tan rutinario en la práctica de lamedicina, como lavarse las manos previo a examinar a un paciente, haya causadotanta controversia e incluso, oprobio a la persona que lo planteó comouna medida básica para la atención de un enfermo.

Ese fue el caso de Ignaz Semmelweis quién no sólo descubrió que esta simple medida salvaba vidas, sino que por primera vez aplicó la comprobación estadística a sus hallazgos.

Dibujo ambientado en la época, de una sala de partos del Hospital de Viena representando a Semmelweis enseñando a sus alumnos.

Ignaz Philipp Semmelweis, fue un obstetra húngaro quea mediados del siglo XIX, precediendo los hallazgos de Pasteur y Lister, logródescubrir la naturaleza infecciosa de la fiebre puerperal, logrando controlarsu aparición con una simple medida de antisepsia, el lavado de manos. Debióluchar con la reticencia de sus colegas que no aceptaron sus observaciones que,por primera vez en la historia, fueron apoyadas con datos estadísticos. Untrascendente científico que tuvo unas extrañas circunstancias que rodearon suextraña muerte, apoyada en información infrecuentemente divulgada.

La sepsis ocasiona en el mundo 1.400muertes cada día

Muchos de estos pacientes adquierenla infección estando hospitalizados y constituye la complicaciónintra-hospitalaria más frecuente. La infección nosocomial de pacientes por lasmanos contaminadas del personal de salud, es una de las formas de diseminaciónde los agentes infecciosos.

Semmelweis nació el 1 de julio de1818 en Taban,(orilla derecha del río Danubio, capital de Hungría). Fue el quinto de sietehermanos e hijo de comerciantes. Hungría era entonces parte del imperioaustríaco, cuya capital era Viena. Sus estudios médicos los realizóinicialmente en Hungría y luego en Viena, graduándose como médico obstetra enagosto de 1844. En Viena logró amistad con destacados médicos como elanátomo-patólogo Karl von Rokitansky, Josef Skoda y Ferdinand von Hebra.Rokitansky es uno de los fundadores de la anatomía patológica, Skoda de losmétodos de auscultación y percusión pulmonar y Hebra es considerado padre de ladermatología.

A los 28 años de edad fue nombrado asistente de la primera clínica ginecológica de Viena. La práctica obstétrica de Semmelweis se inició en el Allgemeines KrankenHans, el gran hospital general de Viena. La clínica vienesa recibía estudiantes de varias partes de Europa, pero la fiebre puerperal hacía estragos. Semmelweis, muy conmovido por lo que observaba, empezó a recopilar información, a cuantificar datos y reflexionar sobre lo que estudiaba.

Comenzó a apreciar diferencias en las frecuencias depresentación de la enfermedad entre las dos salas de maternidad existentes yconcluyó, luego de grandes esfuerzos y búsquedas, con la elaboración de unnuevo concepto: existía una "materia cadavérica" que eratransportada por las manos de los médicos y estudiantes que tenían a su cargola atención de las madres en trabajo de parto en la Clínica y generaba en ellasla fatal enfermedad. Propuso el uso de soluciones con cloro para el lavado demanos de los médicos, antes y después de atender y examinar a sus pacientes. Estamedida se inició a mediados de mayo de 1847. Minuciosamente anotó durantetemporadas el comportamiento de las muertes y descubrió que, con la medida dellavado de manos, éstas disminuyeron extraordinariamente. Consultó los archivosy registros del hospital de maternidad de Viena desde su apertura en 1784 hasta1848. Elaboró tablas con los datos de partos, defunciones, y tasas demortalidad para esos años. Registró enormes diferencias en las tasas demortalidad, por ejemplo, del 12,11% n 1842 contra el 1,28% en 1848. Verificó elefecto fatal de la atención obstétrica por parte de los estudiantes demedicina, en comparación con las tasas menores entre las pacientes asignadas alas matronas en la Clínica, quienes no tenían contacto con los estudiosanatómicos en cadáveres.

Diferentes razones eran dadas para explicar aquella diferencia: la angustia que causaba el sonido de la campanilla del acólito que precedía al sacerdote, cuando éste se dirigía allá para administrar los sacramentos a las moribundas; la vergüenza que sentían las mujeres ante los estudiantes, y la mala ventilación. Semmelweis sabía que esas razones estaban erradas, pero no así cuál era la naturaleza de la fiebre puerperal.

El lavado de manos en nuestros días.

El hecho decisivo fue la muerte de su amigo Kolletschka,profesor de medicina legal: al hacer una autopsia un discípulo lo hirió en undedo. Murió con los mismos síntomas que los de la fiebre puerperal, y loshallazgos de su necropsia fueron, en todo, similar a lo hallado en las madres ysus hijos víctimas de la fiebre puerperal.

Semmelweis defendió con vigor su descubrimiento y lasalud de sus pacientes, Hay que terminar con la matanza, escribió. Concluye"Una vez que se identificó la causa de la mayor mortalidad de la primeraclínica como las partículas de cadáveres adheridas a las manos de losexaminadores, fue fácil explicar el motivo por el cual las mujeres que dieron ala luz en la calle tenían una tasa notablemente más baja de mortalidad que lasque dieron a luz en la clínica”.

Postuló que estas partículascadavéricas entraban por el torrente sanguíneo de la persona afectada y quepodía afectar no sólo a puérperas sino a las embarazadas y a sus propios hijosrecién nacidos. Semmelweis indujo la enfermedad en animales como conejos, pero decidióno utilizar el microscopio para observar los tejidos afectados, ya que loconsideró irrelevante.

Sus observaciones no tuvieron eco, élmismo fue amenazado. No era posible que se culpara a los propios médicos de estas muertes,era un insulto para la imagen de los médicos. Incluso su propio jefe deObstetricia, el Profesor Klein, estuvo en contra de él y prohibió estamedida sanitaria, relevando del cargo a Semmelweis en 1849 y dejando aBraun, quien creía que todo era problema de mala ventilación: con lo que latasa de mortalidad aumentó nuevamente.

Lleno de amargura dejó la clínica,asumió la cátedra de Obstetricia Teórica y Práctica en la Universidad de Pesten Hungría, logrando aplicar su método y reduciendo notoriamente la tasa demortalidad.

Existían ya antecedentes de que medidas preventivasreducían la fiebre puerperal, así el obstetra escocés Alexander Gordon deAberdeen, (Escocia), reconoció el carácter epidémico de la condición yrecomendó el lavado riguroso de médicos y enfermeras, quemar la ropa de laspersonas afectadas y fumigación de la ropa de atención de los profesionales. ElDr. Robert Collins, jefe del Hospital Rotunda de Dublin, Irlanda,durante 1829 combatió exitosamente la enfermedad con una exhaustiva limpiezacon preparados de cloro en las salas de atención. Las sábanas y ropa se lavaronal seco a temperaturas de 120 a 180 °C. Oliver Wendell Holmes, médico y escritornorteamericano publicó en 1843 un artículo llamado "La contagiosidad dela fiebre puerperal". Holmes advertía del riesgo de transmisión demiasmas por los propios médicos que habían hecho disecciones y luego atendíanpartos, validando las medidas preventivas tomadas por Collins en Dublín. Fuerechazado por sus colegas obstetras norteamericanos y sus observaciones nofueron consideradas en su propio país.

A partir de 1860, el ánimo de Semmelweis decayó,sufrió importantes episodios depresivos, arranques de irritabilidad y cambiosconductuales como la decisión de atender a sus pacientes en Budapest sólo en lanoche. Esta sintomatología fue atribuida al estrés y a la incomprensión sufridapor parte de sus pares.

Biógrafos como Frank Slaughter en1950, plantearon que las experiencias trágicas que le tocó vivir a Semmelweis"destruyeron su mente" y lo hicieron"un mártir de la estupidezdel mundo", los largos años de controversia, la amarga frustraciónsufrida, el recuerdo de las pacientes que vio morir, primero por no poderdescubrir porqué morían y luego porque sus colegas no podían entender lossimples principios que él propuso para evitar las muertes; todas estas cosasfueron cargas demasiado grandes que pueden haber destruido la salud decualquiera.

Su tendencia natural a la tristeza aumentó, hubo díasque prácticamente no hablaba a sus colegas, haciendo clases en un lenguajemonótono e incomprensible a sus alumnos interrumpido por arengas que hacía aratos sin mayor sentido'.

Sus amigos observaron un progresivo deterioro intelectual, psicosis con rasgos paranoideos y decidieron internarlo en un sanatorio en Viena, a cargo del psiquiatra Riedel en julio de 1865. En el sanatorio se descubrió que Semmelweis presentaba una herida en unos de sus dedos, atribuyéndose a alguna cirugía, pero parece más cierto que se haya provocado en las medidas de contención que necesitó. La herida se gangrenó, se desarrollaron múltiples abscesos y Semmelweis murió el 13 de agosto de 1865 a los 47 años de edad.

Retrato de Semmelweis a los 39 años en 1857 en su época de obstetra en Viena.

Biógrafos más recientes como Nuland, plantean unavisión distinta de los hechos, en el sentido que, Semmelweis, por su especialcarácter, haya inducido el rechazo que sufrió. Esto habría sido por su actitudarrogante, descalificadora con los colegas y la demora en publicar en 14 añossus estudios, lo que habría motivado las reticencias en aceptar susobservaciones. Nuland plantea que haya sufrido una enfermedad de Alzheimer comoexplicación de su demencia, y que muriera a consecuencia de los golpesrecibidos para tratar de controlarlo en el sanatorio en que se encontrabainternado.

Esto, sin embargo, no se apoya en los hallazgos de lanecropsia realizada y que fueron revelados recién en 1947. Estos hallazgosdescriben múltiples focos sépticos renales, óseos y pulmonares derivados de lalesión gangrenosa del dedo medio derecho, lo que es compatible con lo que ya seconocía.

Su única obra en que resume su experiencia se publicóen 1861: Etiología,concepto y profilaxis de la fiebre puerperal.

Pasteur reconoció el mérito de Semmelweis en 1879, enuna reunión de la Academia de Ciencias de París, en que se discutió sobre lafiebre puerperal. Mientras un expositor hablaba de posibles causas de este cuadro,Pasteur lo interrumpió diciendo: "nada de eso explica la fiebrepuerperal: es la enfermera y el médico que llevan los microbios de una personainfectada a otra sana". En ese año Pasteur identificó al estreptocococomo el agente causal.

Semmelweis es un extraordinarioejemplo de observación metódica, raciocinio y reflexión, es el resultado de unode los más auténticos casos de compromiso personal con la vocación de médico

Lo que hoy nos parece tan evidente u obvio, representóen su momento un cambio de visión asimilado por pocos. Tuvo que avanzar enmedio de incomprensiones y de dificultades.

La importancia del aporte deSemmelweis a la obstetricia y medicina en general no ha sido aún superadosiquiera por los avances de las nuevas tecnologías genéticas de los últimosaños del siglo XX. La historia ha valorado a este médico húngaro de modo justodespués de su muerte. Su vida fue la de un hombre que luchó con entereza y sinvacilación por sus ideales y convicciones.

Fuente:Revista Chilena de Infectología 2008. Marcelo Miranda y Luz Navarrete/Fundacion Parkinson y Alzheimer (MMC)

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