24 de Octubre de 2020
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“Será que la necedad parió conmigo,La necedad de lo que hoy resulta necio:La necedad de asumir al enemigo,La necedad de vivir sin tener precio.” (“El necio”, Silvio Rodríguez)

Vivimos en la sociedad de la satisfacción inmediata, de los deseos hechos derechos, del estímulo-respuesta, de los perros de Paulov. En esta sociedad los deseos se convierten en derechos y cualquier sacrificio por esta gran familia humana se ve como locura, estupidez o autoritarismo. Esto el neoliberalismo lo sabe y aprovecha para prostituir por las calles a la libertad haciendo negocio o ahorrando en los Presupuestos. Todo ello bajo el paraguas de “El mito de la libre elección”, que tan bien explica y denuncia la profesora de la Universidad Rey Juan Carlos, Ana de Miguel.

Pues bien, la discapacidad no es una excepción en esta dinámica, muy al contrario es el nuevo filón que se ha descubierto en la misma. ¿Quién mejor para dejarse llevar por sus instintos que un eterno adolescente? ¿Quién hay más egoísta que un/a eterno niño/a? ¿Quién hay más influenciable por los roles impuestos que aquella persona que quiere ser aceptada? Me explico.

Dado que la actualidad manda, pongamos como ejemplo la celebración a bombo y platillo de la no esterilización judicial y el “derecho” a ser madres de las mujeres con discapacidad.

En primer lugar: ¿Es un clamor dentro del colectivo de personas con discapacidad y dependientes? En mi opinión no. Si vemos grupos de opinión en redes sociales de personas con discapacidad, el tema de la maternidad no aparece como una preocupación real, espontánea de las mujeres con discapacidad. Tampoco, hasta hace unos meses aparece en las agendas de proyectos sociales de las grandes Plataformas de personas con discapacidad. De hecho, el Observatorio Nacional de la Fobia a la Discapacidad (ONFD), lleva unos meses intentando hacer una encuesta sobre el tema y la respuesta es mínima.

Por otro lado, como denuncia Mar Molpeceres Molpeceres, activista feminista con discapacidad, en ningún momento a habido estadísticas oficiales de esterilizaciones forzosas, ni han saltado casos en los grandes medios. Si, como denuncia el CERMI-Mujeres, esta práctica hubiera sido tan habitual e inmediata, ¿no hubiese generado un escándalo público?

En segundo lugar, este derecho no cuestiona los roles sociales tradicionales de la mujer, muy al contrario, les fomenta entre las mujeres con discapacidad. De hecho, ya hace unos años, en noviembre de 2011, en este reportaje de El País,  Ana Peláez, del CERMI-Mujeres, reivindicaba el rol femenino de las mujeres con discapacidad con estas palabras:

“Peláez, que es ciega, explica así parte del problema: "A las mujeres con discapacidad no se nos considera en nuestro rol femenino, es como si fuéramos asexuadas. Parece que ni la sexualidad, ni la maternidad fuera con nosotras, pero tampoco la representación política, sindical o en nuestras propias organizaciones".

Yo, como simple aliado feminista no soy quien para entrar en este tema, pero veo que esas afirmaciones chocan frontalmente con la idea de abolición del género que propugna el feminismo radical. Doctoras tiene el feminismo que sabrán tratar mejor el tema.

Lo que sí me incumbe es mi siguiente  argumento, común a otras reivindicaciones propias del Movimiento de Vida Independiente, como, por ejemplo, la asistencia sexual: La conversión de deseos en derechos. Este tercer argumento se puede subdividir en dos ideas: Un egoísmo visceral e infantil y que curiosamente estas medidas no necesitan dotación presupuestaria.

En primer lugar, estas reivindicaciones parten de una posición tremendamente individualista. Se trata de transformar deseos en derechos, el simple deseo de adquirir una condición o satisfacer un deseo se intenta convertir en un derecho, aunque ello conlleve pisotear los derechos de otras personas. Casualmente, en ambos ejemplos que he comentado, son las mujeres, el 51% de la población, las víctimas de esos presuntos derechos. Por un lado, la asistencia sexual promueve la explotación sexual de las mujeres; por otro lado, el que una mujer con discapacidad sea madre conlleva que, seguramente, la madre de esta cuide a esta y a su criatura.

En segundo lugar, da la casualidad que todos esos supuestos derechos son gratuitos en dotación presupuestaria. Es fácil conceder derechos, o mejor dicho, satisfacer deseos. Vamos a ponernos por un momento en la cabeza de los Maquiavelos modernos: ¿Por qué vamos a dedicar millones de euros en garantizar derechos que cubran necesidades reales si satisfaciendo deseos vamos a sacar más rédito político? Así, este Gobierno que, el hecho de que sea el mío, no nubla mi capacidad de análisis, parece haber recibido la consigna de poner más trabas a los derechos sociales de la discapacidad que a supuestos derechos civiles.

Por ejemplo, un servidor lleva 14 años esperando el correcto desarrollo y la dotación presupuestaria para un verdadero Cuarto Pilar del Estado del Bienestar, el Sistema Nacional de Atención a la Dependencia y la Autonomía Personal. Allá por 2012 lo intenté impulsar políticamente desde el partido que creó la Ley. Así mismo, conocí a todas las Plataformas y organizaciones que lo están intentando impulsar, hasta llegué a llorar públicamente de impotencia por el no desarrollo de esa Ley,  haciendo que el propio Ministro que la ideó,  Jesús Caldera, (el cual ahora es Presidente de Honor de mi Asociación, la UPADD, por cierto), se emocionara conmigo. Pues bien, a día de hoy, esa Ley sigue en el olvido de la izquierda.

Otro ejemplo es la situación de las plantillas de los Centros Especiales de Empleo. Minutos antes de acabar de escribir estas líneas, acabo de responder a otra trabajadora explotada en uno de estos centros. Estos correos me llegan a raíz de un artículo que escribí para Diario 16: “Los Centros Especiales de Empleo: El negocio de la trampa”, donde explico con detalle la situación. Afortunadamente, una carta abierta, también para Diario16 de título: “¡Yo acuso!, donde denuncio un caso concreto, llegó a oídos de la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien a través de su Directora General de Trabajo, Maravillas Espín, se informó de esta situación, mostrando muy buena disposición.

En este último ejemplo, el de los CEE`s, la cuestión no es tanto presupuestaria en sí, sino del coste que supondría una mayor vigilancia, el rescate de algunos Centros y el cambio de modelo, quitando poder al Tercer Sector.

A esto hay que unir las políticas sanitarias, (si,si, ya se: ¡Patologizánte!, ¡normalcentrista!, bla, bla, bla…), y de investigación médica, la Educación Pública, tanto especial como inclusiva, (insisto, ya sé lo que me vais a llamar) y los Servicios Sociales.

La conclusión que saco de todo esto  es que pertenezco a una “vieja guardia”, una vieja guardia que se empeña en cubrir necesidades reales y no deseos, que se empeña en que las políticas sociales sean eso, políticas sociales y no fuegos de artificio. En fin, a mí me enseñaron a no dejar a nadie atrás, puede que eso hoy resulte necio, pero ya estoy mayor para cambiar y ya no creo que nadie me quiera convidar a nada, así que con la tranquilidad de quien no espera nada, yo me moriré como viví.

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