Esteban Navarro

El ocaso de Wikipedia

05 de Julio de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Cuentan los editores más antiguos de Wikipedia, que hubo un tiempo que la reina de las enciclopedias funcionaba como un reloj suizo recién aceitado. Eran los tiempos en que no todo el mundo accedía al honor de ser enciclopédico. Tiempos de filtros durísimos. De pacientes y omnipresentes editores que se dedicaban en cuerpo y alma, las veinticuatro horas del día, incluyendo tantos países que en la Wiki nunca se ponía el sol.

Un artículo recién creado pasaba por complicados filtros de edición, donde un verificador comprobaba que se cumplían los estándares, que había enlaces suficientes, que los enlaces apuntaban a donde tenían que apuntar, que las referencias eran fiables y contrastables. Mención aparte el papel de los reversores, cuya silenciosa tarea de vigilancia protegía los artículos de los más insospechados actos vandálicos. Tan pronto se revertía la foto de un falo en el artículo de un violinista, como la suma de ciento cincuenta años a una joven cantante. Eran tiempos donde cada uno estaba donde tenía que estar. Había burócratas que concedían permisos de edición. Más tarde se unificaron con los bibliotecarios, que son los amos y los señores. Había los checkusers, que en menos que canta un gallo determinaban qué cantidad de las cuentas presentadas a examen eran títeres (usuarios detrás de los cuales se sabe o sospecha que se encuentra un wikipedista que emplea habitualmente otro nombre) de otras cuentas que los bibliotecarios habían vetado en la Wiki. Por abusones, por vandálicos, por interesados, o porque les gustaba deshacer todo aquello que otros habían hecho. En alguna ocasión alguien editó un artículo y puso algo que nunca debería haber puesto. Un insulto. Una blasfemia. Una acusación muy grave. Entonces llegaba un supresor, y ocultaba esa edición para que nadie la pudiera ver, aunque quisiera hacerlo. Y si había dudas de que una cuenta no estuviese actuando a nivel global en la enciclopedia, un stewards (usuarios con acceso completo a la interfaz wiki en todos los proyectos de la Fundación Wikimedia) se encargaba de comprobarlo y cambiar, en su caso, el permiso pertinente.

Pero todo eso pertenecía a la época en que había usuarios para dar y regalar. En que decenas de miles de simpatizantes, repartidos por todo el mundo, se desvivían por engrandecer esta enciclopedia, nuestra enciclopedia. Ahora, Wikipedia está pasando por sus peores y agonizantes momentos. Faltan bibliotecarios. Escasean los editores. Han surgido cuentas interesadas o vanidosas que editan un único artículo, el que les interesa a ellas. Se dan de alta, acceden, crean el artículo, y luego desaparecen, como el anuncio de las cucarachas. Nunca más vuelven a editar hasta que necesitan añadir una novela, o un disco, o un concierto, o un libro de poemas, o un nuevo canal de YouTube. Hasta entonces, hasta ese momento, son cuentas silentes, ocultas en la marejada de bots que rastrean los artículos en busca de fallos, en algún acento mal puesto, en una letra olvidada, en un vandalismo oculto, que nadie supo apreciar.

Wikipedia agoniza y nosotros no podemos hacer otra cosa que sentarnos y esperar a ver como los artículos se llenan de plantillas. Faltan referencias. Este artículo tiene carencias. Es una pésima traducción. Varios wikipedistas están trabajando en él. Contextualizar. Veracidad discutida. Corregir ortografía. O este artículo está desactualizado. Pero ahí, afuera, no hay nadie que arregle los desarreglos, porque faltan editores. ¿El problema? Que Wikipedia se nutre de la esforzada dedicación de los otrora miles y miles de altruistas que invertían tiempo y voluntad sin pedir nada a cambio. Y aquí, como en todas partes, nadie hace nada si no hay una gratificación. Y Wikipedia cada vez tiene menos. La del dinero ya no la tenía. Y la de la ilusión de trabajar en un proyecto fascinante, la está perdiendo a pasos agigantados. Están a punto de colgar el letrero de «se necesitan editores, no se exige experiencia».

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