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El periodista español Ferran Barber denuncia su situación tras pasar por una prisión del Kurdistán iraquí

Tras cuatro semanas de cautiverio, hacinado hasta con 160 personas en una celda de 50 metros cuadrados, el reportero español está en libertad

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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Reporteros Sin Fronteras (RSF) denuncia la retención ilegal de Ferran Barber en la cárcel de Erbil y los malos tratos que han marcado sus cuatro semanas de cautiverio, después de haber sido liberado. El propio reportero explica su situación y denuncia cómo ha sido su cautiverio.

El periodista fue arrestado “brutal y arbitrariamente”, según un comunicado de RSF, por las fuerzas de seguridad del Kurdistán iraquí, el 8 de agosto, y fue liberado el 4 de septiembre

Reporteros Sin Fronteras, que ha seguido todo el proceso, manifiesta su indignación por la violación de derechos humanos que ha sufrido y presenciado Barber, hacinado hasta con 160 personas, en una celda de 50 metros cuadrados.

Manifestaciones del afectado

“Aún sigo en zona de peligro, debilitado físicamente y muy aturdido psicológicamente, pero quiero compartir mi testimonio, porque se lo prometí a todos los que se han quedado sufriendo en ese agujero. Dedicaré el tiempo y los esfuerzos necesarios, en cuanto regrese a España, a que no queden impunes las brutalidades que he presenciado y a divulgar todas las pesquisas que he hecho sobre las actividades de esta dictadura”, explica Ferran Barber a Reporteros Sin Fronteras, apenas 48 horas después de su liberación, tras casi un mes de pesadilla, retenido en la cárcel de Erbil (Irak) por los Asayish, las fuerzas de seguridad del Gobierno del Kurdistán Iraquí. Barber ha perdido cerca de 12 kilos en cuatro semanas.

Curtido en 25 años de trabajo en una zona que conoce al dedillo, desde la que colabora asiduamente con medios como “Crónica” de El Mundo o Público, Ferran Barber no duda en calificar su retención como “secuestro” y la cárcel en la que fue confinado como “centro de torturas”. No es para menos: pasó casi un mes hasta con 160 personas detenidas, como él, de forma arbitraria y sin garantía legal alguna, en una celda de 50 metros cuadrados útiles. “Ese hacinamiento, que impide moverse o respirar con normalidad, y que se practica en otras cárceles iraquíes, es en sí mismo una forma de tortura. En vísperas de mi liberación, los presos protagonizaron un conato de motín”, afirma.

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