El rincón de sentipensar

Cuando Bea Talegón me propuso colaborar en este diario con viñetas y artículos me vino a la cabeza que deseaba que este espacio fuera un “rincón de sentipensar”, para mi y también para sus lectores. No quería transmitir mera información, añadiendo más leña al fuego de la infodemia actual. Quería que este fuera un espacio de intimidad, reflexión y de sentir, donde encontrarnos.

Un rincón, en el espacio o en el tiempo, es un lugar donde apartarse. Se detiene el reloj, para entrar en otra dimensión más pausada y tranquila, donde es posible observar la vida pasar, sintiéndonos a la vez , paradójicamente, más vivos que nunca en este instante contemplativo. Se abre un espacio de silencio y de escucha, donde lo nuevo no es enemigo sino que nos sorprende e interpela. Es un espacio de diálogo con el otro, con uno mismo o con la realidad (que no cabe confundir con la actualidad). Nos volvemos habitantes de los márgenes, tal vez seres marginados, saliendo por unos instantes del cauce de los acontecimientos, propios y ajenos, para poder observarlos con calma.

De esa observación nacerá el pensar y el sentir. No van separados. Mejor decir que de esta observación nacerá el “sentipensar”. Aquello que leemos y observamos en nuestro rincón escogido (sea esta sección del diario, sea una butaca de tu casa o un paisaje en el que te refugias ) siempre va a provocarnos, va a suscitar una emoción y esta nos va a invitar a una reflexión. Toda vida plena pasa por esa ecuación sentipensante, se siente en lo profundo, piel adentro y nos invita al cuestionamiento y a pensar sobre lo que acontece.

Este es mi deseo para este espacio, pasearme contigo por los márgenes de lo actual, para encontrarnos en diálogo íntimo donde sentipensar sobre la realidad que vivimos y nos afecta. Y más allá de estas líneas, deseo que todos encontremos o construyamos nuestro rincón íntimo, físico y metafísico, donde ponerlo todo en pausa, precisamente, para vivir la vida de forma más profunda y humana.