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El Viaje del Dios Gou que quiere volver a casa: de trofeo colonial a reliquia museística en el Louvre

La restitución de las obras de arte sustraídas durante el colonialismo ha comenzado a dibujar una nueva página en la historia de las relaciones entre Europa y África

Agustín Millán
Agustín Millánhttp://pompona22.wixsite.com/agustinmillan
Foto periodista especializado en manifestaciones y actos sindicales. Desde 2011 fotografiando la crisis más dura de la historia moderna. Responsable de redes sociales de la Cumbre Social España. Fotógrafo con 5 campañas electorales entre ellas la de Manuela Carmena y la de Enrique Santiago en IU Madrid.
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análisis

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La restitución de las obras de arte sustraídas durante el colonialismo ha comenzado a dibujar una nueva página en la historia de las relaciones entre Europa y África. Uno de los casos más emblemáticos es la escultura dedicada a Gou, una pieza forjada en hierro por Ekplékendo Akati en 1858, destinada a conmemorar la memoria del rey Glélé. Este artefacto, que inicialmente simbolizaba el poder y la resistencia del reino de Dahomey, hoy Benín, fue capturado por las tropas coloniales francesas y ha pasado por varios museos, incluyendo el Museo de l’Homme y el Musée du quai Branly, antes de su reciente ubicación en el Louvre.

Escultura dedicada a Gou, una pieza forjada en hierro por Ekplékendo Akati en 1858, ahora en el Louvre
Escultura dedicada a Gou, una pieza forjada en hierro por Ekplékendo Akati en 1858, ahora en el Louvre

Simbolizaba el poder y la resistencia del reino de Dahomey,

Originalmente comisionada para conmemorar al rey Glélé, la estatua no solo simbolizaba la autoridad y el poder religioso, sino que también encarnaba la identidad y la resistencia del pueblo de Dahomey. Su captura y traslado a Francia transformaron su significado: de objeto sagrado y símbolo de resistencia, a trofeo de guerra y estudio etnográfico.

Parte de las 26 obras restituidas a Benin por el Gobierno de Francia

En la violenta intersección de la colonización francesa de Dahomey, la escultura fue confiscada y reubicada inicialmente en el Museo de Etnografía del Trocadéro como un mero objeto etnográfico. No obstante, su significado y estatus han evolucionado a lo largo de las décadas, recalibrándose entre percepciones de un objeto sagrado, un botín de guerra, y finalmente, una obra de arte respetada.

Escultura dedicada a Gou, una pieza forjada en hierro por Ekplékendo Akati en 1858, ahora en el Louvre
Escultura dedicada a Gou, una pieza forjada en hierro por Ekplékendo Akati en 1858, ahora en el Louvre

La historia de la escultura de Gou

La historia de la escultura de Gou refleja las tensiones inherentes a la posesión y exhibición de objetos culturales en un contexto postcolonial. Su estatus como objeto de arte en el Louvre representa una evolución en la percepción occidental del arte africano, pero también plantea preguntas profundas sobre la justicia histórica y la ética de la restitución de artefactos culturales. Aunque no ha sido restituida a Benín, su historia sigue siendo un punto focal en el debate sobre la devolución de obras robadas durante el colonialismo.

La escultura de Gou, por tanto, no es simplemente una pieza en una exhibición: es un símbolo de la historia entrelazada de Europa y África, de conquista y resistencia, de pérdida y redención. Su presencia en el Louvre es testimonio tanto de su valor artístico universal como de las complejas dinámicas de poder que continúan influyendo en cómo se entiende y se trata el patrimonio cultural en el mundo contemporáneo.

Escultura dedicada a Gou, una pieza forjada en hierro por Ekplékendo Akati en 1858, ahora en el Louvre
Escultura dedicada a Gou, una pieza forjada en hierro por Ekplékendo Akati en 1858, ahora en el Louvre

Objeto sagrado vinculado al poder guerrero de los reyes de Dahomey

Empezó como un objeto sagrado vinculado al poder guerrero de los reyes de Dahomey, y tras su captura por los franceses, se transformó en un símbolo de su poder imperial y un objeto de estudio etnográfico. En las décadas de 1930 y 1960, la pieza comenzó a ser reconocida y exhibida como una obra de arte, culminando en su celebración como un «chef-d’œuvre» en el Museo del Hombre en 1965.

Este reconocimiento como obra de arte, sin embargo, no anula sus significados anteriores, y la historia de esta pieza subraya la complejidad y las múltiples capas de la historia y la identidad cultural. La estatua de Gou es un testimonio del entrelazamiento de la historia, la cultura y la política, reflejando tanto la resistencia africana como la dominación europea. Su historia es un ejemplo potente de cómo los objetos culturales pueden servir como puntos de referencia para la memoria colectiva y las narrativas históricas.

La estatua no sólo se considera un objeto de belleza o un trofeo de guerra; es un emblema de las dinámicas de poder y resistencia. Su viaje desde un icono religioso y real en Dahomey hasta un objeto de curiosidad y estudio en Europa y finalmente, un reconocido artefacto artístico, encapsula las tensiones y transiciones entre diferentes esferas de valor y significado.

Fonds photographiques du musée du quai Branly © Walker Evans Archives, collection Metropolitan Museum of Art

Además, su presencia en exposiciones internacionales, como la primera exposición de arte africano en un museo de arte moderno en Nueva York en 1935, donde fue fotografiada por Walker Evans, subraya su papel en la formación de la apreciación occidental del arte africano. Estos eventos no solo redefinieron el estatus de la estatua dentro del canon artístico, sino que también influyeron en cómo el arte africano fue percibido y valorado globalmente.

Restitución de obras de arte robadas durante el colonialismo

En el contexto actual, la discusión sobre la restitución de obras de arte robadas durante el colonialismo ha ganado relevancia. La estatua de Gou se convierte en un caso de estudio sobre la ética de la posesión y exhibición de objetos culturales. A medida que las naciones europeas comienzan a confrontar su pasado colonial y a considerar la devolución de artefactos culturales, la historia de esta escultura puede ofrecer lecciones valiosas sobre la reconciliación y el respeto mutuo.

Vue de L’exposition ethnographique des colonies françaises au musée d’Ethnographie du Trocadéro, 1931.

Este debate sobre la restitución es crucial, ya que refleja un cambio más amplio en la percepción y valoración del arte y los objetos culturales, enfatizando la necesidad de un diálogo intercultural más profundo y respetuoso. A medida que la estatua de Gou continúa siendo exhibida, ya sea en el Louvre o potencialmente de regreso en Benín, su historia sigue siendo un testimonio de la dinámica de poder, la identidad y la transformación cultural que define nuestro mundo globalizado. En última instancia, la escultura dedicada al dios Gou no es solo un objeto de arte; es un puente entre culturas, una fuente de conocimiento y un catalizador para el cambio.

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